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Diario YA


 

De película

La precuela de nuestro planeta

José María Caparrós

Nunca segundas partes fueron buenas, comenta el dicho popular. Pero en este caso no es la continuación de la película de Franklin J. Schaffner, El planeta de los simios (1968), que tuvo cuatro secuelas en la siguiente década, una serie televisiva y un discutido remake dirigido por el innovador Tim Burton, en 2001. Se trata de una precuela, que intenta explicar el origen de la crisis de la Tierra, de la condición humana.

En efecto, El origen del planeta de los simios (2011) muestra el porqué de la extinción de nuestro planeta, de los humanos. La espléndida película de Ruppert Wyatt va más allá de la novela original de Pierre Boulle (1912-1994), el célebre autor de El planeta de los simios, de quien ya se había adaptado al cine otra obra: El puente sobre el río Kwai (1957), que se llevó los Oscar de Hollywood gracias la magistral dirección de David Lean y el duelo interpretativo entre Alec Guinness y Sussue Hayakawa.

Sin embargo, el filme de Schaffner -con el “secreto” final y una mítica interpretación de Charlton Heston- recuperó un género que tuvo ese mismo año otra película de ciencia-ficción que ha pasado a la historia del Séptimo Arte: 2001: Una odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick. Y hoy, el director británico Ruppert Wyatt dignifica y recupera un clásico hollywoodiense, con una obra espectacular -rodada en 3D-, que ha arrasado este verano en la taquilla mundial.

Pero, ante todo, esta inteligente precuela ofrece una aguda crítica sobre los peligros de la investigación científica y la manipulación genética cuando éstas, en aras al progreso de la humanidad, se saltan las normas morales. No les descubriré el nuevo “secreto” de la película, ya que El origen del planeta de los simios no sólo activa la nostalgia del buen cine, sino que es un acicate para el pensamiento del espectador