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Diario YA


 

aclarando conceptos

La recuperación del concepto de España como nación

Miguel Massanet Bosch

El famoso escritor inglés Lord Byron, en su obra The two Foscari, dejó escrito: “Quien no ama a su patria, no puede amar nada”. El señor Rodríguez Zapatero, en uno de sus momentos de máxima “lucidez” nos legó esta “brillante” frase filosófica sobre lo que él entendía por nación, al expresarse en los siguientes términos: “El concepto de nación es discutible y discutido” aunque, posteriormente, se arrepintió de su ligereza y quiso rectificar. Los que estamos orgullosos de ser españoles, de nuestra historia, nuestra lengua, nuestros descubrimientos y nuestra pluralidad de costumbres; a veces nos sorprendemos al comprobar que, en este país, hay importantes sectores de la población que reniegan del patriotismo, de la nación española y, no obstante, reducen estos mismos sentimientos a los límites estrictos de una región o una autonomía. Sorprendentemente, estos mismos señores que nos reprochan el patriotismo, el sentirnos parte inseparable del colectivo de españoles y el que seamos capaces, incluso, de sacrificarnos, en caso de necesidad, para defender a nuestro país, España; en cuanto se trata de sus patrias chicas, que ellos quisieran que fueran también naciones,.sienten los mismos sentimientos de amor, respeto y disposición al sacrificio por ellos y la seguridad de los suyos. ¿Cómo entender esta contradicción? Fácil: el fanatismo político

Veamos si aclaramos conceptos. El ser español no tiene nada que ver con la falta de amor por nuestro terruño, sus costumbres, su lengua o dialecto o las peculiaridades de su propia cultura; nada de eso, lo amamos tanto o más que cualquier nacionalista intransigente lo pudiera hacer. Lo que sucede es que, nuestra facultad de estimación; nuestra concepción de lo que es el colectivo en el que estamos integrados y nuestra razón nos hacen comprender que si tenemos una historia común, unos intereses complementarios y un conjunto de lazos sentimentales y de raza que nos unen y nos hacen solidarios, que llevamos compartiendo durante siglos; el pretender fragmentar el país, el convertirlo en un nuevo reino de Taifas y el renunciar a la fuerza que la unión nos proporciona ante posibles intereses externos y ambiciones espurias de los países islamistas que nos acechan desde el sur de nuestra península; nos aconsejan que no es la mejor baza renunciar a esta solidaridad que nos refuerza a la hora de afrontar, como hermanos, guerras, catástrofes, acontecimientos naturales o cualesquiera otras penurias, incluso las económicas, sin que haya necesidad de limitarnos a la estrechez de la comunidad en la que hemos nacido. Es, simplemente, tener una visión más amplia y generosa de los límites de lo que se considera patria, y si se me permite decirlo, más sensata, más sesuda y más práctica de lo que es más conveniente y útil para el bien común de los ciudadanos.

Por ello, no puedo más que mostrarme esperanzado ante las noticias que van apareciendo en los medios de comunicación nacionales, en los que se informa de las intenciones del PP de fijar un núcleo de competencias indelegables del Estado. Es obvio y de ello nos hemos lamentado en multitud de ocasiones que, durante el periodo de gobierno de los socialistas, España ha sufrido un retroceso, no sólo en cuanto a su situación financiera, económica y social, sino que, las nuevas doctrinas con las que el PSOE ha querido engatusar a la ciudadanía, en una especie de lavado de cerebro, especialmente enfocadas a la juventud; su evidente campaña contra la religión a favor del materialismo y la doctrina relativista y su compadreo con los nacionalistas más extremos; ha venido comportando un notable cambio en la mentalidad ciudadana, de modo que, muchos españoles, más sensibles a los proyectos de izquierdas, más afines a los sentimientos nacionalistas o más dados a inclinarse hacia los conceptos más simples, sin tener interés en complicarse en razonamientos más complejos, se han dejado arrastrar hacia esta moda de buscar la vida fácil, renegar del esfuerzo y el trabajo pesado, conformarse con un sueldo bajo para tener más tiempo de ocio y, por supuesto, considerar como cosa obsoleta cualquier sentimiento de amor a la patria que, en efecto, no casa con este egoísmo hedonista y epicúreo con el que los interesados en corromper la sociedad, para arrastrarla a su redil, han intentado, con bastante éxito, introducir en un sector importante de la ciudadanía española

Así, en el nuevo congreso del PP que se celebrará en Sevilla, habrá una ponencia que, bajo el título de “ Comprometidos con España”, se hablará de “recuperar la nación” en este nuevo tiempo político. En realidad, se trata de un texto que, en la legislatura pasada ¡cuántos errores Señor mío!, propuso la señora San Gil y, al parecer, no les debió resultar oportuno a la directiva porque, la sacrificada San Gil, fue defenestrada sin que aún hayamos conseguido saber el por qué. Ahora le corresponderá defenderlo al señor Basagoiti que, por cierto, algo nos imaginamos que tuvo que decir ante tan ignominiosa decisión. En el nuevo texto se destaca: “En el PP reafirmamos que la nación, sujeto máximo de la soberanía nacional, no es otra que la nación en la que se fundamenta la Constitución y que expresa la voluntad de los ciudadanos” ¿Cuánto tiempo llevamos los españoles, digo los de verdad, esperando escuchar estas palabras?, ¿Cuánto tiempo se ha perdido en poner en cintura a los extremistas del separatismo y en poner freno a sus jugueteos con la Constitución? Demasiado y hete aquí los resultados.

El mismo señor Aznar alertó de que “España no puede competir con 17 comunidades que quieren ser miniestadios”. Sin duda es necesario que se revise a fondo este fatídico “estado de las autonomías” y, por esto, es preciso que la ponencia del PP encargada de este tema proponga reformas que aseguren “los valores del pacto constitucional”, se alejen de las exigencias absurdas de los partidos nacionalistas y fijen “un núcleo básico de competencias indelegables del Estado”.El PP tiene ahora en sus manos enderezar el rumbo de esta nación que, durante la égida socialista, no ha parado de ceder ante las exigencias antipatrióticas y partidistas de los secesionistas sin que, en ningún momento, tuvieran la valentía de poner freno a sus veleidades. Una mayoría absoluta sólo se consigue cuando los ciudadanos están asustados ante el porvenir; cuando son conscientes de que, el gobierno que los ha venido gobernando, no es capaz de conducir al país hacia puerto seguro; por tanto, es posible que en muchos años no se le presente al PP una situación tan favorable para aplicar las medidas necesarias, por mucho que clamen y se retuerzan los que han llevado al país a la ruina, para reestructurar el sistema, reforzar la unidad de España, recomponer nuestra economía con una remodelación en profundidad de la legislación laboral y la inevitable y urgente reforma estructural del sistema financiero, sin lo cual es evidente que, España, no puede aspirar a remontar la crisis que la azota.

Son indicios quizá no suficientes pero que, de momento, apuntan, usando un término taurino, “maneras” y nos hacen esperar que, con otras reformas encaminadas al ahorro en el gasto público, la supresión de entidades públicas y la contención de los despilfarros de las autonomías, mediante la anunciada ley de Estabilidad Presupuestaria, poco a poco, pero con seguridad y un proyecto definido, vamos a poder devolver a nuestra nación el estado del bienestar del que tanto vienen hablando los del PSOE, como si no hubieran sido ellos mismos, a través de dos legislaturas nefastas para el país, los que nos han conducido, engañados, a la preocupante situación en la que nos hallamos. O esta es, señores, mi manera de entender la actual situación de nuestra patria.