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Diario YA


 

En el XIII Congreso del PP Catalán, otra ocurrencia desacertada de Sánchez Camacho

La "refundación" del PP Catalán y su nuevo logotipo

 

Miguel Massanet Bosch.   Expresaba Voltaire en su “Diccionario filosófico”, con muy buen sentido, la siguiente  reflexión: “Una persona ingeniosa y de buen sentido decía cierto día de un grave doctor: •Este hombre debe de ser un gran ignorante, pues a todo lo que se le pregunta da una contestación”. Debo confesar, paladinamente, que nunca he sentido simpatía por la presidenta del PP en la comunidad catalana y, por tanto, en lo que voy a comentar seguramente habrá una gran dosis de subjetivismo pero, siento decirlo, me es imposible escribir sobre la señora Sánchez Camacho sin que se me presente la imagen de una señora que habla por los codos y que, seguramente, está convencida de que con ella el señor Rajoy ha cometido una gran injusticia al no nombrarla ministra.
 
Es obvio que, empezando por el señor Aznar, que defenestró al señor Alejo Vidal Cuadras – el mejor presidente del PP que ha tenido Catalunya – para contentar al nacionalista señor Jordi Pujol y que luego, sin duda, debió lamentarlo al contemplar los pobres resultados electorales que sus sucesores le proporcionaron a la formación del difunto señor Fraga; los sucesivos presidentes que se han nombrado para dirigir partido en tierras catalanas, han sido todos manifiestamente mejorables y han adolecido de este síndrome del que no se han podido evadir, una mezcla de catalanismo y de intento de introducirse en la clase media catalana, que tan magros resultados electorales les ha proporcionado.
 
El señor Vidal Cuadras supo analizar la realidad de Catalunya y decidió que era una empresa inútil intentar arrebatar a CIU sus votantes de derechas, porque a su condición de conservadores se unía, todavía con más fuerza, sus raíces catalanistas. Con muy buen sentido, decidió recoger a aquellos electores que se continuaban sintiendo, por encima de otras consideraciones, como españoles, que no compartían el nacionalismo y separatismo catalanes y que deseaban tener libertad para que, sus hijos, fueran educados en el idioma de Cervantes, así como el derecho a poder sentirse, libremente y sin cortapisas, como ciudadanos españoles en un autonomía que intentaba, por todos los medios, obligarles a catalanizarse. 
 
No parece que, el señor Rajoy (que sigue manteniendo alejado al señor Vidal Cuadras como euro diputado en tierras extranjeras), haya acabado de asimilar cual es el problema del PP en Catalunya ni haya comprendido que, cualquier intento de hacerse con electorado de CIU, está condenado al fracaso; con la particularidad de que, todos los gestos que se hacen para contentar a CIU, hacen que muchos de los españoles convencidos, que votarían al PP, desistan de hacerlo al no encontrar en la filosofía del partido aquellos valores que siempre han buscado en él, como el amor a España; la defensa a ultranza del castellano como idioma vehicular y para educar a sus hijos; el respeto y la devoción por la bandera española como supremo símbolo de la unidad de las distintas tierras de España, así como el mantenimiento del trasfondo cristiano en cuanto a valores como la moralidad y la ética.
 
Y aquí tenemos a la actual presidenta del PPC, intentando hacerse un puesto entre los personajes importantes catalanes, de modo que, tan pronto se muestra indignada con CIU como colabora en que se aprueben los presupuestos de la Generalitat o se muestra dispuesta a compartir las aspiraciones del señor Más y de los del PSC de un pacto fiscal a dos bandas, en perjuicio del resto de las comunidades españolas o, en un gesto innecesario y fuera de lugar, intentar, una vez más, hacerles la pelota a los catalanes introduciendo en el logotipo del partido una “señera”  y la palabra “catalá”. No podemos más que manifestar nuestra estupefacción ante semejante decisión, que espero y deseo que, en el próximo  XIII Congreso sea anulada. No entendemos que el señor Enric Millo, el portavoz del PP en el Parlamento catalán, hable de “refundar” el partido, ¿para qué quieren refundarlo y qué necesidad tienen de ello? Pues, según este señor “para ocupar la centralidad catalana” ¿qué centralidad? Porque queda claro que la centralidad y la derecha catalana la ocupan  Convergencia Democrática de Catalunya y la Unión del señor Durán y Lleida, ¿volvemos a las andadas, queremos tropezar con la misma piedra o quieren acabar de malgastar el potencial del partido en Catalunya mediante salvas de pólvora?
 
La señora Sánchez Camacho debiera escoger entre representar a todos los que se sienten españoles en tierras catalanas o renunciar a su apoyo, para intentar alcanzar esta luna imposible que es buscar arrancar votos de CIU. Debe trabajar buscando arrancar acólitos del PSC, retener y acrecentar el apoyo de los venidos de otras regiones españolas a trabajar en esta autonomía y consolidar a la vieja guardia de catalanes y españoles que, a duras penas, y sólo por el sentido de responsabilidad, hemos votado al partido a pesar de estar en disconformidad con esta línea nacionalista que se le pretende imprimir. Si, de verdad, en este anunciado XIII Congreso del PP  catalán pretenden hacer algo positivo, intentan consolidarse y buscan  apoyar a España y los españoles, lo primero que debieran plantearse es cambiar de presidente, en este caso, presidenta. Luego emprender una campaña en contra de la imposibilidad de ser educados en castellano y arremeter contra el despilfarro que están cometiendo los nacionalistas al gastar importante cifras en defensa del catalán, en mantener absurdas embajadas en el extranjero y en subvenciones millonaria s al cine catalán o al teatro catalán que, al parecer y a pesar del creciente nacionalismo del pueblo catalán, no pueden sostener sólo con los ingresos de taquilla.
 
Debiera recordar la señora Camacho de donde procede el cáncer que viene afectando a España y le convendría hacer memoria del famoso Pacto del Tinell, donde se fraguó el contubernio para impedir al partido Popular cualquier intervención, presentación de propuestas o aportaciones que, sin duda, hubieran podido dotar de sensatez y de mayor eficacia a muchas de las disparatadas normas y leyes que, durante los más de 7 años de gobierno socialista, han llevado a nuestro país a la grave situación en la que nos hallamos. Es evidente que, por el camino que quiere llevar al PPC, lo único que va a conseguir es irlo acercando a las tesis de CIU hasta que, como le está ocurriendo al PSC, se convierta en un contrapoder de su matriz española.
 
En otro artículo ya hice referencia a la inoportunidad de acometer un tema, como el del acercamiento de presos etarras a Euskadi, cuando no existía ninguna necesidad de apresurarse, en unos momentos poco propicios para abrir nuevos frentes de discordia y, ahora, con la misma convicción, debo señalar que, el modificar el logotipo del PP –que hasta ahora ha evitado añadir otros componentes a la imagen estilizada de la gaviota y las dos “pes”, sobre un fondo azul – nos parece una concesión innecesaria y, con toda seguridad, rechazada por una gran mayoría de los simpatizantes del partido en toda España; ya que, de servir de ejemplo, se va a repetir en todas las autonomías lo que, por mera coherencia, obligaría al partido a poner la bandera española en el logotipo nacional. O así pienso, señores, sobre esta equivocación de la señora Sánchez Camacho y su logotipo catalanizado.

 

Etiquetas:El PP Catalán