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Diario YA


 

¿Qué vendrá después de la escritura?

La sustitución del papel por la pantalla y de la pluma por el teclado

Emma García

Recuerdo que al pasar a cuarto curso, de lo que hoy es Primaria, en mi colegio nos obligaban a escribir con pluma y en folio en blanco, sin cuadrículas ni rayas. Era algo fundamental no torcerse y utilizar correctamente tan elegante instrumento de escritura. Aquello suponía también sentirse “mayor”. Tras la Primera Comunión contábamos con una colección de originales plumas estilográficas para elegir, y además los cartuchos de tinta podían ser azul clarito o verde, para huir del aburrido negro. La correcta presentación de los trabajos era de máxima importancia, así que el esmero en la buena escritura, la limpieza y la ausencia de faltas de ortografía era nuestra máxima preocupación. Para las portadas, utilizábamos una plantilla para conseguir el efecto imprenta, y para ilustrar el documento recortábamos fotos de las revistas que encontrábamos. Luego, más adelante recuerdo utilizar para ello la máquina de escribir, utilizada a la velocidad que permitía la agilidad de dos dedos y el secado del tippex.
Ahora pareciera como si los nativos digitales viniesen con la mecanografía de serie, usan el Word por instinto, insertan imágenes a todo color, y se aseguran el aprobado con el corrector ortográfico y la wikipedia. Ya no necesitan ni sofisticadas plumas, ni letras adhesivas, ni tan siquiera la goma de borrar. Pueden seleccionar el tipo y tamaño de las letras, el estilo y los colores del texto, y comprobar si todo queda perfecto en la pantalla a modo vista preliminar. Los profesores ya no se enfrentan a escritos ilegibles con tachones y tinta corrida. Hasta casi pudieran evitarse cargar kilos de papel hasta su casa para corregir si quisieran, ya que podrían recibir los trabajos escolares por e-mail, eso sí, con confirmación de lectura.

No sabría decir si esto es bueno o es malo, sí un poco triste. Quizás la misma nostalgia sentirían nuestros antepasados por el abandono de la pluma y el tintero. Lo cierto es que las exigencias de los nuevos tiempos requieren nuevos modelos de aprendizaje. La caligrafía ya no es algo imprescindible para la vida adulta, ¿qué pensaríamos de cualquier informe escrito a mano? La incógnita es saber qué vendrá después. Aunque ya es posible que estén empezando a desaparecer los teclados a favor de las pantallas táctiles, o incluso de la transcripción de textos hablados. La evolución es imparable. Los que hoy nacieron con un teclado bajo el brazo ¿inventarán algo que lo deje obsoleto?