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Diario YA


 

“La mayoría de nuestras equivocaciones en la vida nacen de que cuando debemos pensar, sentimos, y cuando debemos sentir, pensamos.” John Churton Collins

La temeridad de los Bardem y su empecinamiento progre

Miguel Massanet Bosch. No creo que, hoy en día, quede nadie medianamente informado que desconozca la influencia del lobby israelí en los EE.UU. Es más, si queremos profundizar un poco más podremos hablar de un trabajo de los profesores John Mearsheimer, de la Universidad de Chicago y el profesor Stephen Walt de la universidad de Harvard, en el que se hacen afirmaciones como la siguiente: “los Estados Unidos se han mostrado dispuestos a dejar de lado su propia seguridad, a fin de promover los intereses de otro estado (Israel)" y, además, que la política impulsada en Medio Oriente por EE. UU. es conducida principalmente por el lobby israelí”. En otro apartado afirman que la AIPAC (American Israel Public Affairs Committee), en particular, ejerce un "estrangulamiento sobre el congreso de los EE. UU.", debido a su "capacidad para premiar a legisladores y candidatos al congreso que apoyan su programa, y para castigar a quienes lo desafían". Y, para concluir la cita, el estudio da una idea de la potencia de la presencia judía en las instituciones americanas, recordando que en los últimos 25 años, fuerzas pro-Israel han establecido una presencia en el mando del American Enterprise Institute, la Institución Brookings, el Center for Security Policy, el Foreign Policy Research Institute, la Heritage Foundation, el Hudson Institute, el Institute for Foreign Policy Analysis, y el Jewish Institute for National Security Affairs (JINSA).

También en España tenemos nuestros lobbies, quizá no tan potentes como los de nuestros amigos americanos pero, eso sí, tan obcecados, tan fanáticos como pudieran ser los de los judíos, aunque sin su preparación, influencia, inteligencia, habilidad y eficacia. Por ejemplo, aquí tenemos a los de la farándula, un grupo numeroso de actores, artistas, literatos, músicos, cantantes, compositores, empresarios, promotores y la familia Bardem; izquierdistas y progres a ultranza, que están empeñados en que sea el Estado el que los subvencione. A ellos, esto de los mercados, de las crisis, de la oferta y la demanda, de la competencia y de que hay negocios que prosperan mientras que otros quiebran, parece que no les entra en la mollera y siguen, erre que erre, intentando que seamos los españoles los que, con nuestros impuestos, paguemos su manutención. Verán, hay miles de abogados, ingenieros, economistas, licenciados en matemáticas y física, que han tenido que aceptar trabajos de camareros o han accedido a aceptar empleos de vendedores de productos en supermercados y, no obstante, el Estado no ha podido ayudarles ni les ha subvencionado. Algunos han emigrado al extranjero y otros siguen en paro.

Pero, estos señores de la farándula prefieren armar escándalos, ocupar las calles, presentarse con pancartas y la familia Bardem frente al Ministerio de Cultura y reunirse en teatros para entregarse premios entre sí y, de paso, aprovechar para insistir en que sea el Estado el que les soluciones sus problemas económicos que ellos, con su supuesto “talento” con sus facultades interpretativas y con su “gancho” no han sabido solucionar porque, aunque no lo quieran reconocer, cada día hay menos gente interesada en acudir a sus espectáculos. De hecho, los cines en este país van desapareciendo y los teatros siguen el mismo camino. Perduran algunos espectáculos subvencionados por las autonomías, ayuntamientos o empresas que gozan de ayudas estatales, en los que se representan obras que, de otra manera, nadie iría a ver, salvo que por su contenido erótico o por su izquierdismo manifiesto, consigan atraer a un público minoritario adepto.

Pero, hete aquí, que el señor Javier Bardem y la señora Penélope Cruz, dos actores que han conseguido darse a conocer en los EE.UU, dos de los pocos que han logrado atravesar el charco y triunfar, de los que se han enriquecido situándose en la cúpula y que se codean con la élite de los actores y productores de Hollywood; en un momento de enajenación mental transitoria, sin pensarlo ni un momento y seguros de que lo más progre que se puede hacer es apoyar a los palestinos y cargar contra los judíos, se decidieron, en compañía del inefable Pedro Almodóvar, ahora en horas bajas; a firmar un escrito, juntamente con otros intelectuales de la más rancia izquierda antisemita, en el que se atacaba duramente a los israelíes por haber atacado a los palestinos de la franja de Gaza.

Evidentemente no se molestaron en tomar nota de que cada vez que se ha intentado firmar un tratado de paz con Palestinas los de Hamas han sido los que lo han bloqueado; que han estado bombardeando desde los puestos situados en territorio de Gaza a los poblados israelíes; que han hecho oídos sordos a cualquier propuesta de paz que les ha llegado, la última procedente de Egipto; que han incumplido, sistemáticamente, los altos al fuego humanitarios que las naciones, que han querido intermediar, les han propuesto. Por supuesto, su ignorancia, les ha impedido enterarse de que los depósitos de armas que tiene Hamas los tiene enterrados bajo escuelas, hospitales, iglesias y guarderías, valiéndose de este truco para después poderles criticar a sus enemigos el que disparen sobre tales objetivos.

Tampoco el señor Bardem, su madre y su mujer parecen considerar de que los culpables de las muertes de los niños que, por desgracia han sufrido los efectos de la guerra, se deben a que las milicias palestinas se niegan a dejar que los habitantes de las ciudades huyan de ellas cuando reciben los avisos de desalojamiento desde las líneas israelíes, para convertir a los civiles en carne de cañón y después culpar a los judíos de las masacres.
Pero la familia de millonarios y, sin embargo, comunistas, señores Bardem, siguen sin evolucionar, anclados en su pensamiento revolucionario, se creen que, en todas partes del mundo el Gobierno y los ciudadanos tienen el aguante y la paciencia con los alborotadores que se tiene en España y, confiando en su impunidad, se han lanzado a una aventura que, a la vista de la reacción del lobby judío de EE.UU y del rebote de personalidades, como el señor Jon Voight, el padre de la popular artista, Angelina Jolie, que se ha mostrado indignado y que ha publicado una carta en la que trata de ignorantes, tanto a Javier Bardem como a su esposa Penélope Cruz, acusándoles de ignorantes y de desconocer la historia del pueblo judío, exigiéndoles que se retracten de sus acusaciones y que pidan perdón al pueblo israelí.

Claro que, como ya hemos anunciado al principio, en EE.UU el lobby judío es muy influyente y, según parece, la famosa firma de los Bardem no les ha sentado muy bien. Parece que se está rumoreando que pudiera ser que la incursión de Javier y Penélope en la política internacional, pudiera tener efectos secundarios. Vaya, que los hay que ya dicen que la carrera cinematográfica del matrimonio pudiera encontrase en entredicho. En todo caso ya se dice que los dos artistas han intentado rebajar la dureza del comunicado que firmaron y e intentan disculparse ante la comunidad judía.

Lo que ocurre es que las cosas deben pensarse antes de hacerlas, meditarlas y medir sus consecuencias y no dejarse guiar por instintos atávicos y prejuicios políticos, cuando se prevea que puedan afectar directamente a los bolsillos de estos millonarios de opereta. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, vemos meter la pata hasta el corvejón a esta pareja de progresistas despistados.

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