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Diario YA


 

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Llantos y rechinar de dientes

Miguel Ángel Guijarro. 5 de junio. Se acabó la temporada en Primera y para muchos es momento de llantos, sobre todo para aquellos que se llenaron la boca enumerando las excelencias de su plantilla y que ahora ven como sus huesos han dado en el pozo de la Segunda. Hablo especialmente del Betis, ese equipo formado para romper la hegemonía sevillista de la ciudad y que ha visto como en vez de acercarse al eterno rival, en vez de ser referente del fútbol andaluz, en vez de modelo a seguir, ha visto como su proyecto millonario se ha desmoronado para tristeza de los suyos y regocijo de los de enfrente que no se conforman ni quedando terceros. Pero no ha sido solo el Betis el que ha fracasado estrepitosamente, otros equipos como el Valencia por ejemplo, se han quedado sin Liga de Campeones más pendiente de asuntos inmobiliarios y de presidencia que de mantener con la precaria situación económica al equipo entre los más grandes. Allí se anuncia desbandada encabezada desde ayer mismo por el presidente Vicente Soriano, que sale del club ‘ché’ cinco minutos antes de que le echaran. En este río revuelto muchos pescarán y los nombres de Silva, Villa, Mata y compañía parecen tener sus días contados en la ribera del Turia para depresión del aficionado valencianista que no ha podido hacer nada para enderezar esa sinrazón. Pero la vida debe seguir y vida futbolística es todo lo que rodea a los equipos, no sólo al Real Madrid por eso desde que me puse a escribir estas pinceladas he evitado nombrar al nuevo ‘mandamás’ blanco, que parece ser el centro del universo galáctico. Según parece al abrir los periódicos, solo  camina por este mundo ese ser superior. No tengo nada en contra de él, al contrario, siempre me ha caído muy bien y confío en que las cosas le salgan a la perfección por lo menos para que la penosa y desastrosa imagen dada por el Real Madrid en los últimos tiempos de un giro de 180º. Aún nos queda la Segunda y la Copa Confederaciones… y casi sin darnos cuenta, de nuevo el lío. Y dentro de un año, unos llorarán como toda la vida.   

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