Principal

Diario YA


 

Comunicación o geolocalización?

Los límites al mundo sin fronteras

Emma García

Cuando le pregunto a mi hija adolescente que dónde y cuándo quedamos siempre me contesta: _“no sé, ya te llamaré”_ Tengo que reconocer que esa imprecisión me enerva, aunque contrariamente y en cierto modo también me quedo tranquila sabiendo que está localizable en el móvil. No por ello dejo de insistirle sobre la buena costumbre que es planificar una hora y lugar de recogida, pues puede fallar la cobertura o agotarse la batería, incluso el móvil puede perderse o ser robado. A pesar de mi insistencia, no consigo que entienda que es importante organizar bien la quedada, y tener un plan B por si acaso ocurre algún contratiempo.

Lo cierto es que es difícil entender a esta generación de nativos digitales desde nuestro punto de vista. En nuestra época de salir con los/as amigos/as dejábamos muy claro dónde y a qué hora quedábamos. Y ya te valía acudir puntual al punto de encuentro, pues de lo contrario corrías el riesgo de quedarte descolgada/o, y lo que es peor quedar como un/a malqueda. Hoy ese riesgo ha desaparecido. Ahora los chavales se dan toques al teléfono cuando llegan para confirmar por dónde andan. No importa si no llegan a la hora fijada, llaman y se organizan sobre la marcha. En realidad, sus planes resultan más informales, aunque más flexibles. Esto hace que ellos/as sean también así, más abiertos.

Existen redes sociales y aplicaciones móviles en las que dando permiso a ciertos amigos/as, éstos pueden saber en todo momento donde nos encontramos. Así pueden decidir unirse si están en el entorno. Si andas sin plan, puedes descubrir quiénes de tus contactos están cerca de ti. Es la forma de trasladar el mundo virtual a la realidad. Sin embargo, esto es un arma de doble filo. ¿Hasta dónde tanta información puede suponer una intromisión en la vida privada de las personas y un asalto a la intimidad?
La tecnología actual permite cosas impensables años atrás. El teléfono móvil de mi hija es capaz de comunicarme su geoposicionamiento, y mi navegador puede llevarme a las coordenadas de su ubicación. Claro que la tentación de una herramienta así es querer estar permanentemente informada de sus movimientos, o incluso alertada por si se aleja del radio marcado como seguro. Pero ¿acaso resulta necesario este sobre proteccionismo?