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Los sindicatos, en vez de al Gobierno, atacan a la oposición

Rafael González. 10 de mayo. Cuesta trabajo comprender a qué juegan los sindicatos españoles. Ni siquiera los sindicatos verticales del régimen anterior eran tan sumisos a los diferentes Gobiernos de Franco. Los altos cargos, claro, eran adictos incondicionales, como falangistas que eran; pero en las bases, incluso entre los líderes de las distintas secciones sindicales, había gente muy capaz, muy contestataria y crítica al Gobierno. Pero los de ahora, no. Hace ya tiempo que los sindicatos se mueven en una complaciente servidumbre al Gobierno. Incluso en una situación de crisis tan profunda, que ya ha dejado sin empleo a más de cuatro millones de trabajadores, los sindicatos callan como lacayos, con lo que sus líderes, claro, están demostrando que no son más que eso, lacayos del Gobierno de don José Luis Rodríguez Zapatero, “desfacedor de empleos”.

La última muestra de que esto que digo es así ha sido la violenta protesta de trabajadores ante la sede de la Asamblea de Madrid. Un escándalo escandaloso. Quiero decir, escándalo por el ruido físico, y escandaloso por la decepción moral que produce, principalmente entre los trabajadores, la actuación de unos sindicatos que han equivocado completamente su cometido, y que deliberadamente están traicionando a quienes se supone que representan y dicen defender: los trabajadores. No hacen falta grandes estudios sociológicos ni encuestas primorosas de opinión, para deducir que, hoy por hoy, en España, la gran mayoría de las clases trabajadoras ni se sienten representadas por los sindicatos ni defendidas por ellos.

El violento altercado de la Asamblea de Madrid no es un caso fortuito. Es una muestra más del acoso y derribo a que tienen sentenciado los socialistas al Gobierno de Esperanza Aguirre. No la soportan. No pueden permitir que Madrid sea la comunidad autónoma más próspera y dinámica de España. No puede ser. El PP no puede gobernar así, con indiscutible eficacia. ¿Cómo permitir que la tasa de paro en la comunidad de Madrid esté cuatro puntos por debajo de la media nacional? Hay que protestar por ello. Y víctimas de una paranoia sindical que, ya digo, ni los sindicatos verticales padecían, enguizgan a unos cuantos de afectados por expedientes de regulación de empleo para que se concentren, no ante la Moncloa, a gritarle a Zapatero, “desfacedor de empleos”, sino ante la Asamblea de Madrid, durante la celebración de un pleno, lancen objetos contra su sede y griten insultos contra Esperanza Aguirre. Posiblemente quien mejor están capeando la crisis a la que, con tanta eficacia, ha contribuido el Gobierno del PSOE a que arrecie en España con más fuerza que en ningún otro país.

Sin embargo, el Gobierno socialista, con la entusiasta colaboración de los sindicatos, se ha marcado una estrategia de cara a las elecciones europeas, de convertir al Partido Popular, que no gobierna en España, en responsable de la crisis económica y la destrucción de empleo. Es la gran falacia. Y de la misma manera que azuzó a aquella chusma que apedrearon las sedes del PP, el día para la reflexión de las elecciones generales, responsabilizándole de la masacre del 11-M, así ahora, ayudado por los sindicatos, arrastra a otros fanáticos para que hagan responsable al centro-derecha de todos los males que el desgobierno de Zapatero nos está acarreando; y de paso, paliar malamente el rechazo mayoritario de la sociedad española a su gestión. 

Pero no va a colar. La gente no es tonta. Se ríe sarcásticamente de tan desesperados esfuerzos. Y se burlan de unos sindicatos, únicos en el mundo, que en vez de protestarle al Gobierno por la crisis y el paro que está generando, protestan contra la oposición. Es demasiado gordo para que cuele. Ya hicieron el ridículo con motivo del 1º Mayo. En la tradicional manifestación, los líderes sindicales, en sus discursos, en vez de protestar por sufrir en España las tasas más altas de desempleo y exigirle responsabilidades políticas al Gobierno, se dedicaron a zaherir al Partido Popular. ¡Habrase visto mayor despropósito!

Lo triste no es sólo eso. Todavía es más triste que el Partido Popular no esté haciendo méritos suficientes para acoger esa desbandada de desencantados, que abandonan sus posiciones favorables al Gobierno, porque no pueden tolerar un comportamiento tan antidemocrático de sectores de la izquierda y los sindicatos, alentado por el PSOE y el Gobierno socialista. 

 

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