Principal

Diario YA


 

preocupante clima de efervescencia que no se veía desde hace años

Malos perdedores

Max Silva. Como es de público conocimiento, en los últimos meses nuestro país se ha visto afectado por un cúmulo de marchas, protestas y paralizaciones, incentivadas por distintos sectores que buscan defender sus intereses. A ello se suma una actitud hostil de la oposición casi patológica, que critica cualquier medida del actual Gobierno. Todo esto está trayendo un preocupante clima de efervescencia que no se veía desde hace años, el cual debe llamarnos a reflexión.

En efecto: pese a que existen diferentes problemas, algunos graves (como la situación de la educación o las a veces groseras diferencias económicas), en términos generales, y salvo las secuelas del último terremoto, nuestra actual situación no difiere sustancialmente de la que teníamos hace 5 ó 10 años, e incluso en algunos aspectos, es francamente mejor. Sin embargo, la gran pregunta es por qué ahora, y no antes, se han producido estos movimientos sociales tan fuertes.

¿Es que de repente mucha gente se ha dado cuenta de los problemas que ha padecido durante años, o sencillamente han perdido la paciencia?A lo anterior se suma, como se ha dicho, una actitud francamente destructiva de la oposición, que hostiga con una avalancha de críticas todo lo que hace el Gobierno, lo que recuerda la famosa consigna de fines de los 60 y principios de los 70, “ni la sal ni el agua”.Insisto: me parece que nuestra actual situación no es tan mala como para justificar este ambiente de efervescencia que gana terreno día a día y que amenaza con crear un clima de cierta ingobernabilidad. Esto no quiere decir que no existan problemas, pero a veces surge la duda de si realmente algunos de los implicados quieren de verdad el diálogo y llegar a una solución, solución que va mucho más allá de los slogans baratos y efectistas y que exige, además de racionalidad, no poco tiempo para su debate y posterior implementación.

En consecuencia, me parece que este clima enrarecido tiene no poco de artificial, siendo motivado por sectores que claramente no quieren dejar gobernar. Porque un país no puede ser dirigido desde la calle por marchas y amenazas. Más aún: todo este proceso pareciera mostrar que existe un sector de la oposición que no quiere ser eso, oposición, sino sólo gobierno.

O si se prefiere, que no sabe perder unas elecciones y dejar el turno a sus rivales, colaborando constructivamente desde sus puntos de vista. Todo lo cual constituye una actitud muy poco democrática, a la vez de revelar una preocupación desmesurada por volver a conquistar el poder, aunque para lograrlo haya que anarquizar al país.En el fondo, se trata de un juego sucio, incluso de una auténtica trampa de algunos sectores que, al parecer, no saben perder y no toleran no gozar del poder. Lo cual hace caer una sombra de duda sobre su tolerancia y sus reales intereses por el bien común del país.