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Diario YA


 

Mariano Rajoy ¿El primero por la senda Constitucional?

Pedro Sáez Martínez de Ubago.  El 10 de marzo de 1820, Fernando VII el Deseado –por lo menos al principio- curiosa paradoja- promulgaba el Manifiesto del Rey a la Nación Española,  en el que figuran sus famosas y cínicas palabras: «Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional».

Se podría afirmar que, tras los siete años del nefasto gobierno de Zapatero, Mariano Rajoy era otro “deseado” del pueblo soberano que, con su voto en las urnas le entregó la mayoría absoluta en ambas cámaras. Una mayoría que, sumada a la que el Partido Popular tiene en gobiernos regionales y locales, hacía de Rajoy el gobernante con más poder en la reciente historia de España.

Pero a partir de ahí, todo lo prometido en las elecciones y en el discurso de investidura, una vez asentado en el cargo de presidente del Gobierno del Reino de España, hemos ido viendo cómo Rajoy ha pasado del regeneracionismo que postulaba, como en su día lo hicieran Costa, Giner de los Ríos, Macías Picavea… a una actitud delirante, errática y vodevilesca que más se corresponde con Alfonso Paso y su obra “Vamos a contar mentiras”.
 
Comenzó Rajoy condecorando con los máximos honores a los responsables del gobierno saliente, para, acto seguido empezar a hablar de su herencia envenenada ¿No es absurdo? Sin duda lo sería si esa herencia, esas mentiras sobre los datos reales de nuestra realidad económica sólo hubieran venido del socialismo. Pero comunidades como Madrid, Valencia, Galicia… del partido del señor Rajoy falsearon tanto o más sus informes y balances que los cómplices de José Luis Rodríguez. 
 
No obstante lo anterior, el señor Rajoy ha seguido toda una política de promesas incumplibles –que la UE pase ingrese dinero a las entidades financieras y no al Estado es algo que la legislación comunitaria no contempla- o de injusticias aberrantes como amnistiar a los que han evadido impuestos y, en cambio, grabar hasta su extenuación, a los funcionarios públicos, parados, pensionistas… que ven sus ingresos recortados o congelados, mientras crecen sus impuestos directos e indirectos, sufren la subida de la luz o el agua y ven que tienen que pagar más por servicios, como los medicamentos…
 
José María Hinojosa Cobacho, el Tempranillo, es un bandido español que ha pasado a la historia por robar a los pobres para dar a los ricos. Mariano Rajoy, posiblemente no sea menos bandido, pero pasará a la historia por todo lo contrario. Desde luego, si en Rajoy se cumpliera el cuento de Pinocho, este individuo, que en siete meses de gobierno ha mentido más, que ZP en siete años, tendría que cambiar su vehículo oficial por un tráiler articulado, de varios ejes y quién sabe si hasta descapotable.
 
Sin embargo, ahora, por fin y después de más de medio año, el señor Rajoy ha adoptado una medida que puede ser coherente con la aconfesionalidad de la vigente constitución como es la de suprimir la paga extraordinaria de Navidad. En este sentido, quiero recordar que existe una segunda paga extraordinaria, también heredada del franquismo, como es la extraordinaria del 18 de julio, ahora llamada del verano.
 
En una España de sainete, donde se llama inconstitucional al escudo que figura en el ejemplar de la Constitución que el 27 de diciembre de 1978 obtuvo la sanción; o se destroza con furia talibán obras y monumentos artísticos y se tiene una ley como la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, que más tiene de desmemoria histérica que de memoria histórica, cabría aplaudir más que protestar la retirada de ambas pagas extraordinarias. Como debería pedirse al gobierno que pusiera fin a otras herencias envenenadas del franquismo: la sanidad pública, la educación gratuita y obligatoria, la seguridad social, la ONCE… Tantas cosas que no caben en un artículo.
 
De suprimir los derechos consagrados en el Fuero de los Españoles ya se ha encargado la Constitución democrática y leyes y reglamentos con fundamento en ella. De acabar con el oneroso Fuero del trabajo, ya se han encargado al alimón tanto los sindicatos democráticos y sus responsables, como una patronal salvajemente que han tirado por tierra el fundamento tuitivo del derecho laboral así como el principio de subsidiaridad del Estado. Un pasito más por la senda constitucional podría ser éste de eliminar las pagas extraordinarias.
 
A ello, si la sociedad fuera coherente, debería animar al señor Rajoy, en vez de encabritarse y rebrincarse, como se está viendo hasta este 18 de Julio, fecha tan señalada en los anales de la humanidad por corresponder con el aniversario del decreto que firmó Juan XXII en 1323 por el cual se canonizaba a Santo Tomás de Aquino, un sacerdote dominico que, en su obra De Regno escribió: “Se precisan tres requisitos para que la sociedad viva de manera buena. El primero es que la sociedad viva unida por la paz. El segundo es que la sociedad, unida por el vínculo de la paz, sea dirigida a obrar bien; (…) En tercer lugar, se requiere que, por la diligencia del dirigente, haya suficiente cantidad de lo necesario para vivir rectamente”.