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Diario YA


 

Cartas al Director

No existen recetas mágicas

Mª Elena Vizcarro Villalonga. Si se descuida la educación del carácter moral de los jóvenes, de poco servirían los esfuerzos del sistema educativo por inculcarles una mayor conciencia acerca de los asuntos públicos. Educar la dimensión ciudadana, es sin duda, algo completamente necesario.

    El mejor ejercicio de ciudadanía consiste en ser una buena persona. Para conseguirlo es preciso educar y eso no se consigue con recetas mágicas. Existen tres ámbitos fundamentales en los que se desarrolla la acción educativa.

El primer ámbito y más fundamental en el que la persona forma su carácter moral es la familia. Lo que se aprende -o no se aprende- en el hogar marca, no absolutamente pero si indeleblemente la personalidad. Los padres han de combinar cariño y exigencia para ir moldeando –en la medida en que esto es posible- el carácter de sus hijos. Hay que enseñarles hábitos de orden, capacidad de esfuerzo para conseguir las cosas, dominio de sus apetencias, actitudes de respeto etc.

El segundo ámbito es la escuela que actúa por “delegación” de los padres, es decir que tiene que colaborar con la educación moral que persiguen los padres.

Y el tercer ámbito son los productos de entretenimiento. Los niños, adolescentes y jóvenes moldean su personalidad, en gran medida, a través de lo que les entretiene. El entretenimiento educa a través de su componente narrativo-emocional. Por desgracia, en muchas ocasiones, lo que ofrece en su conjunto la industria del entretenimiento (películas, videojuegos, cómics…) son todo, menos educativos. Los padres tiene que supervisar este aspecto sino quieren llevarse sorpresas.

La educación del carácter moral de los hijos es un objetivo irrenunciable y al que los padres tiene derecho.