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Diario YA


 

Devolver al magisterio al sitio que nunca debió perder

Paula

Joaquín Tomás Fortunati Cendrero. Paula. Amo con locura mi profesión y por lo tanto disfruto con ella. Últimamente los maestros  estamos bajo mínimos; hemos pasado de ser personas a las que se les ha reconocido siempre la extraordinaria labor realizada, a sufrir vejaciones de todo tipo, tanto morales como físicas. Hoy día estamos expuestos a que algún  energúmeno, por llamarle algo, se plante en el colegio y quiera partirte la cara por cualquier problema, aunque no tenga importancia, relacionado con su hijo o hija. Afortunadamente la agresión a un profesional ha pasado de ser una simple falta a ser delito y juzgado por la vía penal.
Por eso, cuando uno encuentra alumnas como Paula, es el mayor reconocimiento que puedes tener dentro de esta ingrata profesión. Prácticamente la conozco desde que nació, hija de Antonio -exalumno mío- y  Asun; y hermana de Sara, que también ha sido una buena alumna de nuestro centro.
La he visto crecer dentro del colegio y tuve la suerte de cogerla como alumna desde hace cuatro años. Cuatro años en los que he tenido el orgullo de compartirlos profesionalmente con ella. Cuatro años que jamás olvidaré.
Ella es noble, inteligente, cariñosa, observadora, buena compañera, desprendida, algo distraída y un poco inmadura, tal vez debido a ser una de las de menor edad dentro de su curso. Es una niña que no solo alegra la clase con su presencia, sino que siempre está dispuesta a participar en todos los actos y salidas fuera del centro. Siempre he procurado  ayudarla en todo lo que he podido y ella ha correspondido dejando el nombre del  colegio Concepción Vázquez en lo más alto.  Me acuerdo lo que disfrutó en  la Gala del Carnaval del  pasado curso, celebrada en el teatro Gutiérrez de Alba  cuando compitió con todos los colegios de Alcalá de Guadaíra y le concedieron el Primer Premio del concurso de carteles infantiles del Carnaval.
Durante estos años hemos  tenido tiempo de observarnos y estudiarnos mutuamente y creo que nos conocemos perfectamente, pues lo mismo que nosotros estudiamos y llegamos a conocer  a los alumnos y alumnas, estos hacen un examen minucioso de cada maestro y maestra para actuar de la manera más conveniente con cada uno de ellos.  La verdad es que a los que nos gusta esta bendita profesión, nos encanta participar en este  juego psicológico que cada principio de curso se realiza entre profesores y alumnos en nuestro lugar de trabajo.
Es bonito terminar con un curso y dejarlo en condiciones de iniciar una nueva ruta, pero también es maravilloso coger niñas y niños nuevos y tratar de enseñarlos  y lo que es más importante, educarlos para la vida. Esta es la extraordinaria labor del maestro y que estoy completamente seguro, volverá a ocupar dentro de poco el lugar que nunca debió perder en esta sociedad nuestra.
En cuanto a ti, Paula, te deseo todo lo mejor en esta nueva vida que vas a emprender. Positivamente sé que triunfarás donde te metas, porque como me dijiste un día, eres pequeña en edad  pero con un corazón que no te cabe dentro y una humanidad fuera de serie. Un beso muy fuerte, Paula.