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Diario YA


 

Dentro y fuera de los parlamentos

Política, economía y mentiras: Ejemplos prácticos

Juan Manuel Alesson. No dicen la verdad. Mienten. De la mañana a la noche. Dentro y fuera de los parlamentos. En los medios. La mentira es moneda de cambio. Porque no es verdad lo que se dice cuando la realidad se falsifica. Así se pueden ganar unas elecciones, engañar a medio mundo y hacer añicos una nación entera.
La economía está en crisis. Y no únicamente el sistema financiero; la política internacional –aunque no se quiera reconocer-, también lo está. Se ha optado por asumir políticas erróneas y, hoy, política y economía se miran en un espejo donde a nadie le gusta lo que ve. No se habla de crisis económica, como en España, sino de crisis bancaria, financiera: banking crisis, financial crisis. La torpeza de las políticas aplicadas en la Unión Europea es tan evidente como el hecho de que sin una política común resulta inviable una moneda común. ¿Cuál es esa política común?
 Algunos de los principios esenciales de quienes imaginaron otra Europa diferente han sido contestados por sus sucesores. Un ejemplo es el no reconocer en su constitución las raíces cristianas. Todos ellos, Adenauer, De Gasperi, Schuman (en la fotografía) y Monnet, daban como cierta la tradición y la influencia del cristianismo. Los cuatro poseían un arraigado sentimiento religioso. Pero la Europa actual se debate en la incertidumbre. Algo que con ellos no hubiera sucedido.
 En el ámbito regional, otro ejemplo, burdo donde los haya, puede servir como analogía. Imagínese un paraje junto al mar, virgen, de los que casi no quedan en el litoral de levante. El Gobierno autonómico de turno –en crisis, como todos-, desempolva el añorado proyecto de urbanizar este paraje de varios millones de metros cuadrados. Así ‘se crearán tantos cientos de nuevos puestos de trabajo’. Periódicamente, los medios regionales se hacen eco -‘un hito turístico’ dicen- del proyecto de la macrourbanización. Hay previsto una marina y cinco campos de golf. Los hoteles, torres, aparecen en primera línea de mar, para ‘favorecer el turismo no estacional’. ‘El proyecto, dada la baja edificabilidad’, se propone como ‘modelo de desarrollo sostenible’ dirigido a ‘captar el turismo de calidad’, ya que ‘ése debe ser, en el futuro, uno de los motores principales de la economía de nuestra región’, publica la prensa. Y la gente que no sabe lo que es el turismo de calidad, va y hasta se lo cree. El proyecto sale adelante sin otras objeciones que las de los ecologistas de siempre, y poco más.
Pero pasan los años y la región sigue sin levantar cabeza, estando más expuesta que otras comunidades vecinas a los vaivenes de la economía. No es suficientemente competitiva y una de las causas principales es que este proyecto, como otros proyectos turísticos e inmobiliarios de la región, estaba mal concebido, ya desde el inicio. No obstante, superó los trámites de su aprobación, pese a quienes veían con claridad meridiana que era ‘pan para hoy, hambre para mañana’. Con este proyecto se beneficiaron, puntualmente, algunos, muy pocos, empresarios. Pero ‘banalizó’ un paraje de incalculable valor que, de haber estado en manos de gestores capaces, se habría transformado en una fuente de ingresos permanente –beneficiando a muchos más empresarios- y de disfrute, que es lo que pretende significar, referido a esto, el término ‘sostenible’. Véase, en Menorca, Binibeca Vell. En todo el orbe abundan los ejemplos donde prevalece el buen gusto. John Keats, hace doscientos años, ya dijo que ‘La belleza es la verdad’ y que ‘Lo bello es una dicha para siempre’.
Moraleja: algunos políticos suelen participar activamente en el empobrecimiento de su región, a pesar de lo que la quieren y del mucho dinero invertido en ella. También resulta interesante constatar cómo el moderno turismo ‘de calidad’ redescubre las últimas sutilezas del paisaje, con torres de hoteles plantadas en primera línea de mar.