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Diario YA


 

condena de una sociedad que lleva a parte de sus miembros a tener que sobrevivir de esta manera

Reivindicaciones del oficio más antiguo del mundo

Pedro Sáez Martínez de Ubago. Según es noticia, las prostitutas de la calle se manifestarán este domingo por el centro de Madrid para rechazar el "acoso" que aseguran sufrir por parte de la Policía Municipal y las sucesivas normativas y planes municipales "que les persiguen como si fueran delincuentes" y pedir que el Ayuntamiento les escuche. Según ha declarado Karolina, la miembro de Hetaira erigida, en portavoz de este sector marginado de lo que es considerado como el oficio más antiguo del mundo "Queremos espacios seguros donde podamos trabajar tranquilas. Donde no nos molesten y no molestemos a nadie", "¿No nos quieren en la calle? Pues que nos busquen otro sitio, pero que nos dejen trabajar".
Tan irregular émula de enlace sindical denuncia la actitud de Ana Botella porque, a decir del colectivo, mantuvieron una reunión con la delegada de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento madrileño, quien parece postularse como posible alcaldesa, donde "Nos llamó mentirosas y ni nos miró a la cara" y respondió negando que pudiera mejorar sus condiciones en el caso de que llegara a la Alcaldía. En realidad la cosa no viene de ahora porque ya fue en su día esta edil quien les "exterminó" de la Casa de Campo.
Esta noticia podría considerarse desde muchos puntos de vista, como por ejemplo denunciar a Karolina y su colectivo por atentar contra la Ley de igualdad y tener una actitud sexista y nada paritaria, pues sólo se preocupa por las prostitutas, pero no por los pobres prostitutos.
Pero el más idóneo es la condena de una sociedad que lleva a parte de sus miembros a tener que sobrevivir de esta manera. Parece como si un grupo de privilegiados pudiera hacer lo que quiera en sus palacios y lujosas residencias de vecindarios privilegiados, y rematar la faena con los crasos estipendios percibidos por su aparición en los denominados programas del corazón o prensa rosa, mientras los menos afortunados, se ven avocados, como millones de españoles “sin techo” dedicados a otros menesteres o que quisieran dedicarse a alguno y no pueden, a ejercer su modus vivendi en la vía pública. Es este caso, pudiera recordarse a la señora Botella y a cuantos cargos permiten esta presunta discriminación socioeconómica, la evangélica cita de San Mateo, en la Parábola de los dos hijos enviados a trabajar la viña del padre  (Mt 21, 28-32) donde Jesús dijo a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo: "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis”.
También cabe el indignarse o sorprenderse porque en una España con un 21% de paro, una deuda externa descontrolada y 1.500.000 familias que no percibe ingreso alguno, aún haya gente que pueda mover los miles de millones, y la mayoría en dinero negro, que mueve la prostitución, aunque luego muchos de estos depravados terminen por poder aplicarse los versos del Cancionero General de Amberes de 1573: “De cuantas coimas tuve toledanas,/ de Valencia, Sevilla y otras tierras /iças, rabiças y colipoterras,/ hurgamanderas y putaraçanas / de quantas siestas, noches y mañanas/ me venían a buscar dando de zerras/ las Vargas, las Leonas y las Guerras…/ las Méndez, las Correas y Gaitanas…,/ me veo morir agora de penuria/ en esta desleal isla maldita”.
Fue el Beato Juan Pablo II quien comenzó a hablar de un cuarto mundo, refiriéndose a la miseria que se esconde en las sociedades opulentas y desarrolladas y quien ya denunció en Solicitudo rei socialis, la injusticia y corrupción de una sociedad que crea estructuras de pecado. Ante estos hechos, a uno le vienen a la memoria la monja Jerónima,  Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, (1651- 1695) y sus famosa redondillas: “Hombres necios que acusáis / a la mujer sin razón, / sin ver que sois la ocasión/ de lo mismo que culpáis […] si con ansia sin igual / solicitáis su desdén,/ ¿por qué queréis que obren bien/ si las incitáis al mal? […] ¿Cuál mayor culpa ha tenido /en una pasión errada, / la que cae de rogada / o el que ruega de caído? / ¿O cuál es más de culpar, / aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga/ o el que paga por pecar?”.
Es posible que Karolina, quien opta por una vida de trabajo más o menos censurable, pero, en cierto modo, al margen del robo, la delincuencia, la violencia, se mereciera alguna atención y muchos medios de los que el Estado y sus políticos hacen desaparecer en sus tramas de corrupción o dedican a reinsertar a peores enemigos de la sociedad que estas mujeres, como, sin ir más lejos, los terroristas de ETA.
También Karolina debería pensar que no todo es exigir y que una regularización conlleva sus contraprestaciones, y que, al igual que otros sectores como los autónomos, los pequeños vendedores ambulantes, los feriantes… una regularización de la prostitución o del topmanta, implicaría por parte de estos gremios la regularización de tasas municipales de las depauperadas haciendas, altas en la quebrada seguridad social, declaración del IVA y contribución del IRPF… lo que, a la larga, podría ser para todos, desde el punto de vista práctico, más beneficioso que oneroso.
Pero en el mundo siempre ha habido clases y, aunque todos somos iguales, unos lo somos más iguales que otros y, desde Lais de Corinto, famosa hetaira, capricho de Demóstenes, amante de Alcibíades y de Aristipo, discípulo de Sócrates, Giulia Farnese, amante de Rodrigo Borgia, o nuestra María Calderón, “la Calderona” y el complaciente teniente de ingenieros Enrique Puigmoltó, conde de Torrefiel,  hasta las abortistas divorciadas y reajuntadas que moran en nuestras más encumbradas residencias, hasta las infortundas que se van a manifestar el domingo, “poderoso caballero es don dinero” y, como escribió el autor de tal letrilla, don Francisco de Quevedo, si bien: “Puto es el hombre que de putas fía, / y puto el que sus gustos apetece;/ puto es el estipendio que se ofrece/ en pago de su puta compañía. /Puto es el gusto, y puta la alegría /que el rato putaril nos encarece”; - pero, entre unas y otras, aunque se vulnere los principios constitucionales- “las putas graves son costosas, y las putillas viles, afrentosas”.
PEDRO SÁEZ MARTÍNEZ DE UBAGO