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Diario YA


 

El cardenal señala que la banda terrorista ha creado un entorno en donde muchas veces no se puede hablar “por el miedo a las terribles consecuencias”

Rouco: “Denunciar la inmoralidad del terrorismo forma parte de la doctrina social de la iglesia”

Tamara Laborda. 10 de diciembre.

 El cardenal Arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal española, Antonio María Rouco Varela, ha presidido el IV Congreso Internacional sobre Víctimas del Terrorismo en la Universidad San Pablo Ceu de Madrid. Durante el acto, Rouco ha hecho hincapié en que el terrorismo “no podrá nunca ser justificado porque ejerce una acción desproporcionada contra todo tipo de personas”.

Cayetano González Hermosilla, que ha abierto la conferencia, ha destacado la importancia de “escuchar la voz del máximo representante de la iglesia en España” sobre un tema que este año ya ha abarcado ocho sesiones en las que víctimas del terrorismo como Irene Villa o políticos como Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz Gallarón han participado. El Arzobispo de Madrid ha afirmado que “denunciar la inmoralidad del terrorismo forma parte de la doctrina social de la iglesia” y que no solo los que actúan directamente en acciones terroristas  son culpables, sino también los que colaboran o los que simplemente apoyan la violencia de la banda terrorista con un “silencio sistemático”.

                “No hay que aceptar que el fin justifique cualquier medio” ha denunciado Rouco, además calificar a ETA como “la invención de un grupo de personas que quieren sembrar el terror para poder triunfar políticamente”, creando una sociedad en la que “no se puede hablar por el miedo a las terribles consecuencias”. No obstante, también ha recalcado que “no se puede responder al terrorismo con la misma moneda, porque así responderíamos también de forma desorbitada y ellos podrían seguir justificando sus actos”. Las víctimas del terrorismo son un ejemplo en este sentido según el cardenal, a quien todavía le queda la esperanza de poder llegar a la paz algún día. El acto ha concluido con una frase de Juan Pablo II: “No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón”.

 

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