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Diario YA


 

la tasa de consumo de cocaína en España entre los ciudadanos de 15 a 64 años superó, por primera vez en la historia, la de Estados Unidos

Sociedad drogada, sociedad anestesiada

La Lupa del YA. hora que se anuncia el próximo gran acontecimiento interplanetario que constituye el encuentro entre el líder de la Alianza de las Civilizaciones, Sr. Rodríguez, y del Emperador Hussein Obama, hay algo sobre lo que nos conviene reflexionar. España ostenta ya muchísimos vergonzantes liderazgos de los que el Sr. Rodríguez puede presumir allende los océanos. Sin embargo, hay uno que se lleva la palma. En 2007, la tasa de consumo de cocaína en España entre los ciudadanos de 15 a 64 años superó, por primera vez en la historia, la de Estados Unidos y hemos seguido mejorando nuestra marca.

La tasa de consumo se duplicó desde 1999, cuando era del 1,6% de la población de entre 15 y 64 años, hasta 2005, año en el que alcanzó el 3% por ciento, un porcentaje que no alcanza ningún otro país del centenar que estudió la ONU. Ese porcentaje era cuatro veces superior a la media europea.

Esta noticia, que ya les adelanto que no va a ser portada de ningún periódico mañana, ni tampoco va a centrar la atención de los eximios editorialistas y comentaristas de otros medios, a nosotros nos parece muy alarmante. Preocupante en grado superlativo, casi espantoso. Que en España se encuentre ahora mismo uno de cada cinco europeos que consume cocaína, es un dato que debería ser convenientemente analizado, ya que podría explicar muchas de las cosas que ocurren en este país a diario. Es un porcentaje desconcertante, increíble, tan alto, tan exageradamente alto que hace que uno se plantee muy seriamente si ha elegido bien su lugar de residencia. Porque amigos, no nos engañemos: en un país donde el 3% de la población se chuta con cocaína, no podemos luego espantarnos de ciertas cosas.

Detrás de ese alarmante aumento del consumo de drogas hay muchas cosas. La primera y fundamental, el nihilismo y el hedonismo. El hecho dramáticamente cierto de que la gran mayoría de la población española le ha dado la espalda a su credo, y no tiene una visión transcendente de la propia vida. El español de hoy es un señor de clase media alta que quiere vivir lo mejor posible, tener un buen coche y una buena casa, irse en verano de vacaciones a la playa para poder contarlo luego, y tener la suficiente pasta en el bolsillo para los pequeños vicios, el tabaco, las copas del fin de semana, algún perfume caro de vez en cuando, y poco más. No quiere saber nada de la unidad de España, porque no es asunto suyo, aunque sea español. No quiere saber nada de los mendigos que se pasan en este tiempo más de 12 horas al sol, tirados en la puñetera calle; no quiere saber nada porque no le importa un pimiento. Como mucho, le dan pena los pobres de
 Etiopía, los de aquí no. Y por supuesto, al español de hoy no le hable usted de Dios ni de la Iglesia, porque Dios no existe, y la Iglesia es una secta inventada por cuatro listos que quieren quedarse con el dinero de la gente. De manera que como no hay nada que merezca la pena, mejor me meto un chute y que salga el sol por Antequera

Nos quejamos de Pepino Blanco y de Rodríguez Zapatero, pero a estos dos los ha aupado al poder la mayoría del pueblo español, conviene que no lo olvidemos. Sin ese acto mayoritario de síndrome de abstinencia en las urnas, esos dos señores serían, respectivamente, el tonto del pueblo y el bedel de su ayuntamiento. ¿Qué se puede esperar de un país que vive sin valores?, ¿qué futuro tenemos, inquilinos que nos creemos dueños del suelo que pisamos, que vivimos contra Dios y contra la Iglesia, que nos vamos de puente tanto si lo marca el calendario como si no, y que nos drogamos con cocaína en un porcentaje de nada menos que el 3% de la población? Reflexionemos de manera autocrítica.