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Diario YA


 

El negocio del aforado

Todos los españoles somos iguales ante la ley, menos... los aforados

Mucho tiempo y energía han gastado tradicionalmente los progres en revisar la Historia de España, denunciando a los reyes nos esquilmaban, a los curas que regían la vida familiar y social, y a los generales que nos hacían marcar el paso. Ahora vivimos en democracia. Y los progres, a la par que siguen haciendo inventario de curas que nos quemen o rijan nuestra vida, y de generales que prohíban libros y nos fusilen al amanecer, han pasado a engrosar una nueva casta que, acomodándola al tiempo en que vivimos, mantiene viva la vieja costumbre de chuparnos la sangre. Esa casta, que no es otra que la política, reniega de la España del XVI. Sin embargo, han sabido transformar la patente de corso, el derecho de saqueo, el quinto real y el despojo, en el aforamiento.

Todos los españoles somos iguales ante la ley, menos... los aforados. Son aquellas personas que en vez de la instrucción y enjuiciamiento penal de sus actos por los jueces y tribunales ordinarios (juez de instrucción y Audiencia Provincial del lugar del delito) conocen los Tribunales Superiores de Justicia (TSJ) de las correspondientes Comunidades o el Tribunal Supremo (TS), cuyos miembros son escogidos por esa misma casta. Los diputados y senadores igual que el presidente y miembros del Gobierno de España siempre han pertenecido a tan distinguido club.

Pero actualmente existe una proliferación de aforados junto a jueces y fiscales, al ampliarse a los parlamentarios de las asambleas legislativas y al presidente y consejeros de gobierno de las diecisiete CCAA; más los vocales del CGPJ, Defensor del Pueblo, homólogos de las CCAA y Delegados del Gobierno; nos podemos preguntar ¿pero en España existe alguna autoridad que no esté aforada?

En España, la de político es una de las escasas profesiones para la que no hace falta tener estudios. La mala educación, la ausencia de maneras y el desconocimiento de los principios elementales del buen gobierno, la semántica, los miembros y miembras, la memoria histórica, la economía, el derecho, la ciencia. Y encima de cantamañanas, impunes. Gürtel, CNI, Matsa, Bárcenas, Camps. Se atreven a todo porque nadie se lo impide, y porque le han cogido el tranquillo a la impunidad en esta España miserable, cobarde, que nada exige a sus políticos pues nada se exige a sí misma.

Nos han tomado las medidas, porque la incultura, la cobardía y la estupidez no están reñidas con la astucia. Hay imbéciles analfabetos con disposición natural a medrar y a sobrevivir, para quienes esta torpe y acomplejada España es el paraíso. Salvo algunas escasas y dignísimas excepciones, la democracia española está infestada de una gentuza que en otros países o circunstancias jamás habría puesto sus sucias manos en el manejo de presupuestos o en la redacción de un estatuto. Pero ahí están ellos: oportunistas aupados por el negocio del pelotazo autonómico. Cada nación tiene el gobierno que se merece.