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Diario YA


 

se ven imágenes de una violencia insoportable que socavan la esperanza de mejorar el futuro

Trabajar por la paz

Juan Manuel Alesson. Algo que distingue el siglo XX es la falta de sensatez exhibida por algunos gobernantes. Siempre ha habido locos sentados al frente de países, pero lo visto en estos ciento y pico de años es atroz. Lo cabal era esperar que sucediera lo contrario, y que el conjunto de líderes mundiales y el concierto internacional respondieran a las expectativas básicas del ser humano, respetando sus derechos.

Diariamente, se ven imágenes de una violencia insoportable que socavan la esperanza de mejorar el futuro. Existe el riesgo de quedarse en esa imagen fija. En la desesperanza. Es un error que conlleva la degradación de las conductas y beneficia a quienes hacen del uso de la violencia un negocio y un medio para obtener sus fines.

    A esto no escapa la política internacional. La crisis de Yugoslavia estaba anunciada con años de antelación. La pregunta es si la matanza que se produjo no habría podido evitarse, en todo o en parte, si la diplomacia hubiera tenido reflejos y actuado con decisión. Caso distinto es el papel que han desempeñado los Estados Unidos y la URSS en el concierto mundial a lo largo del siglo XX. Es un ejemplo de cómo no se ayuda a la paz. Millones de personas celebraron que la política de Ronald Reagan diseñara un sistema de defensa que hizo inoperante la potencia militar soviética y acabó con décadas de guerra fría. A base de invertir millones de dólares en tecnología, uno de los presidentes más lúcidos de la historia de Estados Unidos, por medio de la firmeza y la disuasión, despejó el horizonte de un largo periodo de crispación y dio carpetazo a un periodo que, ahora, se revela inútil desde la perspectiva del ser humano. Gozó de la suerte de coincidir en el tiempo con Mijail Gorbachov. Por el contrario, algunos gobernantes parecen olvidar lo evidente: lo que contribuye al desarrollo de sus pueblos son los periodos de estabilidad, no de tensión. Algo que deberían prever y evitar a toda costa.

No siempre es posible conseguirlo, es obvio, pero si se apoyaran e impulsaran aún más los mecanismos necesarios para predecir y adelantarse a los conflictos, sin duda, se mejoraría la historia de los pueblos. Diariamente, también, se ven ejemplos que ayudan a mantener la esperanza en el futuro y lo iluminan. Emerson escribió que las victorias reales y duraderas son las de la paz, no las de la guerra. Recuerdo a menudo que una vez le preguntaron a la madre Teresa si iría a una manifestación en contra de la guerra. Dijo que no, pero que contaran con ella si la manifestación se convocaba a favor de la paz.