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Diario YA


 

‘La Virgen que veneró Juan Pablo II’

Un Libro de Amor al Hombre

Juan Manuel Alesson.  Desde la aparición en abril de ‘La Virgen que veneró Juan Pablo II’, el último libro que Santiago Velo de Antelo ha publicado en ‘Homolegens’, tres ediciones se han agotado y, actualmente, se prepara una cuarta, que a buen seguro ‘volará’, como las anteriores, de los estantes de las librerías.

Se decía antes que el buen paño en el arca se vende. Es lo que está pasando en España con este libro, del que alguno de sus lectores afirma que le ha cambiado la vida -eso me sucedió a mí también. Desde que tuve la inmensa fortuna de leerlo, mi forma de entender la existencia se ha enriquecido de una forma como no lo hizo con ninguno de los miles de libros que había leído hasta entonces-.
 
Con todo, la reflexión que me lleva a escribir estas líneas es si en una sociedad como la actual no debería ser mucho mayor la repercusión del libro. Si un libro que nos traslada a un jardín de una casa de una familia tan normal como tantas otras, en Civitavecchia, y nos muestra de qué modo dos imágenes milagrosas de la Virgen María empiezan y no paran de hacer milagros –de los que son testigos centenares de personas desde 1995-, y la misma Virgen, hasta hoy, sigue transmitiendo a los moradores de esa vivienda sus consejos, advertencias, avisos y recomendaciones para que los hagan llegar al resto de la humanidad, me pregunto si ese libro no debería, a estas alturas, ser tan conocido y comentado como cualquiera de las noticias que acaparan el protagonismo –tantas veces insoportablemente absurdo- en los medios. Y me pregunto también si lo que sucede es que la sociedad está tan manejada, y tan agónica, que ya no es ni capaz de beber el agua que se le ofrece para no desfallecer de sed. 
 
Por supuesto, ciertos libros deben abrirse camino poco a poco. Éste lo está haciendo de manera admirable, y no cabe duda de que seguirá haciéndolo. Pero lo que he echado de menos -durante estos casi cuatro meses desde su aparición- es una respuesta mayor y más seria por parte de la sociedad. Y digo esto, que podría sonar un tanto ilusorio o forzado, porque la historia, o mejor, la evidencia de las miles de historias de personas que, por ejemplo, han sido curadas de enfermedades terminales en Civitavecchia y en Medjugorje, en estos años, es como para pararse muy seriamente a pensar si la sociedad no anda completamente desenfocada y perdida en marasmos político-económico-deportivos y no atiende a lo que de verdad sí le debería parecer esencial. Que antes que la política y cuanto ésta conlleva, existe el ser humano. Y que la famosa crisis bancaria proviene, en último extremo, de que la sociedad actual padece, además de otras enfermedades terminales, de sordera total, y ni puede ya prestar oídos a nada que posea verdadero peso espiritual. Ni siquiera a lo que tan amorosamente le aconseja la Virgen María. 
 
¿De qué va en estos tiempos el hombre? Me parece tan fuerte todo que confieso aquí mi absoluto desconcierto.