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Diario YA


 

La otra crisis

Una deformación sexual aprensiva

Jesús Asensi Vendrell

Dicen que es de cobardes, también de traidores, tirar la piedra y esconder la mano. Y algo así está haciendo nuestro Gobierno, progresista del todo, con la educación sexual obligatoria que los hijos de los españoles están recibiendo en los colegios e institutos.

Y es por eso que se les repite por activa y por pasiva que ellos son los que han de decidir cuándo, cómo, con quién y dónde hacer uso de su sexualidad. Que el placer está en sus manos y que no pasa nada de nada… si toman las debidas precauciones para evitar los embarazos y el contagio de enfermedades infecciosas, claro está.

Y es por eso que una chica de doce años dirá a sus padres que se va con su novio a casa de la abuela a ver la tele, porque en la suya… ¡no puede ver lo que le gusta! Y esos padres, chupándose el dedo en exceso, no serán conscientes de que a lo que van en realidad es a “darse pellizcos”; de este modo se expresó una niña de seis años refiriéndose al comportamiento de su hermana mayor.

Y es por eso que a una chica de dieciséis años que se queda embarazada sólo le ofrecerán una salida: abortar. Y que ni se le ocurra seguir adelante con el embarazo, pues arruinaría su vida para siempre jamás. Y es que, esos mismos que pregonan el sexo libre en la escuela, no le mencionaran ni en sueños las salidas responsables que le ofrecen movimientos pro-vida y hasta determinados gobiernos autonómicos que han instituido la “Red Madre” de ayuda a la mujer embarazada.

Y es que estos ideólogos progresistas y ecológicos olvidan que toda acción tiene en su reverso una consecuencia y una responsabilidad. Que la Madre Naturaleza no se va a doblegar a sus deseos de disfrutar de un sexo sin procreación ni tampoco de una procreación sin sexo. Que, en esta materia, quien la hace la paga y no vale esconder el manual que está pervirtiendo a nuestra juventud, emponzoñando su porvenir y ya su felicidad presente.