Principal

Diario YA


 

Las premisas que baraja el gobierno no responden al sentir de una gran mayoría de la sociedad.

Una ley controvertida

Fernando Villar Molina. La nueva ley del aborto fue aprobada por el gobierno en el pasado Consejo de Ministros, por lo que su envío al Congreso de los Diputados se realizará próximamente.

Este es uno de los asuntos que más controversia está creando en la opinión pública, pues aparte de la división social, no  hay ninguna reivindicación de cambios en este tema. No se puede decir que una ley no funciona cuando en parte no se ha llevado a la práctica.

Las premisas que baraja el gobierno no responden al sentir de una gran mayoría de la sociedad. Este tipo de leyes que atentan contra la ley natural, como principio rector de la conciencia personal, debería haber sido consultada a los ciudadanos como se ha hecho en otros países. ¿Por qué no se ha hecho? El último referéndum que se efectúo en nuestro país fue con motivo de la entrada de España en la OTAN, tema que al PSOE partido que gobernaba por aquel entonces, le pareció de más envergadura que  la vida de los no nacidos.

Los parlamentos están asumiendo como principio operativo tener una mayoría parlamentaria para poder hacer y deshacer en cualquier materia, introduciendo un positivismo jurídico que desarrolla determinados principios ideológicos en la sociedad. Tratando de atribuirse la prerrogativa de determinar lo que está bien o lo que está mal. Así se crean “derechos” que no responden al mero hecho de ser persona, sino que se contraponen. Esta manera de proceder se opone a los principios de la ley natural, y por tanto morales, que supone un ataque a la libertad de conciencia inherente a toda persona. Estos planteamientos no son nada novedosos, basta repasar la historia y mirar todo lo ocurrido en el pasado siglo cuando los hombres hemos levantado la antorcha de hacer un mundo a nuestra medida.

Hasta ahora el aborto no era delito en el Código Penal, a partir de esta ley no sólo no lo es  sino que se considera como un derecho de la mujer. En definitiva atentar contra la vida humana ya no es delito, es un derecho que cualquier mujer puede utilizar hasta las catorce semanas de embarazo. ¿Qué ha pasado a partir de la catorce semana y un día? ¿Es que hasta la fecha señalada no era un ser humano y a partir de aquí lo es?

No podemos “presumir” de tener un sistema educativo ni de una sanidad a la altura de los países mas punteros de nuestro entorno, como demuestran estudios independientes de Organismos Internacionales. El último el realizado por la Unión Europea, sobre los sistemas sanitarios en los países miembros, que nos sitúa en el pelotón de cola. Sin embargo, sí tenemos las leyes más progresistas del mundo en lo que se refiere a cuestiones como el aborto o la familia. “Que seguramente, a la larga  nos harán ser una potencia económica”.

Además esta ley crea una situación de desamparo de las mujeres embarazadas a las que sólo se les da como salida el aborto, en vez de ofrecerle ayudas para que en una situación de gran tensión psicológica sientan el apoyo social para poder barajar la posibilidad de continuar con su embarazo. En esta disyuntiva llama la atención que para nada se menciona a su pareja, como si tal situación fuera cosa de la mujer y no del hombre también. ¿No nos hace esto recordar tiempos pasados, cuando era tratada como un objeto? Ahora las consecuencias de una sexualidad mal orientada sigue teniendo como sujeto del “problema” la mujer y además más sola que la “una”. En definitiva estamos diciéndole o  abortas  o “te las apañas como puedas”.

En el discurso de gobiernos y movimientos  a favor de la mujer se ha oído siempre palabras de  apoyo para que puedan recurrir a al recurso del aborto, pero no se ha planteado dar los medios necesarios a mujeres que quieren tener  a sus hijos. Cuando se habla tanto de derechos, de igualdad y de libertad  ¿Dónde están en este caso?