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Diario YA


 

Hic Sunt Leones

"Una semana gris", por Ricardo R. de la Serna

Ricardo Ruiz de la Serna. 15 de noviembre.

Esta semana el Congreso ha estado más muerto que la Falange. Bueno, en realidad no debería decir esto porque la Falange parece estar bastante viva (De hecho hay varias, ¿no?) Tampoco es justa la afirmación porque, en realidad, sí que ha habido actividad. Es más, han asistido incluso diputados, afirma el pérfido cronista. El problema ha sido que era como ver una película cuyo final le ha contado a uno su peor enemigo. Durante tres días, se ha debatido el dictamen sobre los Presupuestos Generales del Estado para llegar a una votación cuyo resultado sabía todo el mundo. Hubo alguna intervención curiosa como la de Joan Herrera, que no lleva corbata, va de negro como el escolta de Vito Corleone y se mete las manos en los bolsillos mientras habla. En general, el nivel oratorio ha sido como el los Países Bajos: por debajo del nivel del mar. Me entristece ver que los diputados leen sus discursos porque, en algunos casos, se hace francamente aburrido. Según quien tome la palabra, uno no sabe si desearía tener a mano una almohada o un billete de avión sólo de ida. El caso es que los Presupuestos se han ido, sin mucha pena y bastante menos gloria, camino del Senado.

La sesión del día 10, sin embargo, tuvo un momento emocionante cuando se guardó un minuto de silencio como señal de duelo por la muerte de los dos soldados españoles asesinados en Afganistán. El comunicado de condena decía así: Ayer dos compatriotas nuestros, el brigada don Juan Andrés Suárez García y el cabo don Rubén Alonso Ríos, destinados en Afganistán, fueron asesinados en atentado terrorista. El Congreso de los Diputados comparte el dolor de sus familiares, compañeros y amigos, se suma al luto de nuestras Fuerzas Armadas y desea la pronta recuperación de los otros cuatro militares heridos: el capitán don Enrique José Dopico, el sargento primero don Gonzalo Miguélez, el cabo don Alberto Cao y el cabo primero don José Antonio Cures. Como muestra de respeto, de solidaridad y homenaje con los militares que ayer fueron asesinados, les pido que guardemos un minuto de silencio.

El miércoles la oposición le afeó al Gobierno la conducta por el dispendio en la cúpula que Miquel Barceló ha hecho en Ginebra. El Sr. Robles (PP) sacó el trabuco y disparó a bocajarro refiriéndose al uso inadecuado de los fondos de cooperación que, desde luego, hoy ya podemos saber que son un uso irregular; yo estoy seguro de que también es un uso inmoral y ya veremos si, además, es un uso ilegal. Añadió más tarde que ustedes han detraído 500.000 euros del Fondo de Ayuda al Desarrollo. Al rescate del Gobierno acudió el diputado socialista Sr. Pedret, que acusó a los medios de comunicación de haber forzado el debate (ya caímos en la volteada, que diría un argentino); afirmó que los señores diputados de la oposición ocultaban información a la Cámara para intentar que algo que es bueno sea distinto; y terminó invocando a los fantasmas de las legislaturas pasadas: Esto es presencia inmaterial de España en el exterior, esto es real presencia y no fracasados intentos de medalla del Congreso, por parte de algunos. Aznar sigue presente aunque no se le convoque.

Por otro lado, ha habido cierto interés por la polémica cuestión de las ausencias de sus Señorías, pero ahora hay que ponerse serios. Es fácil decir que los Diputados no hacen nada, pero también es bastante injusto. Hay diputados que trabajan y preparan las comparecencias en las Comisiones, y leen informes, y atienden gente y van a la biblioteca. Hay algunos que llegan pronto y se van tarde. No crean que es un trabajo fácil: la Cámara  tiene memoria y la concentración de ironía, sarcasmo, retranca y mala uva por metro cuadrado es altísima. Además, están los periodistas y el malvado cronista, que es un tipo sin sentimientos que no lloró cuando mataron a la madre de Bambi En suma, el Congreso puede ser una jungla aun cuando parece una balsa de aceite. Pues ahí trabajan sus Señorías.

Coda. La Comisión de cultura del jueves fue para morirse. Se debatían las enmiendas al Proyecto de Ley relativa al derecho de participación en beneficio del autor de una obra de arte original. La cosa prometía porque ya saben que, desde el tiempo de Larra, escribir en España es como para echarse a llorar (salvo que uno tenga padrino y se case y, entonces, ya puede escribir el guía Telefónica que da lo mismo). Los diputados, al principio,  empezaron a retirar enmiendas como quien masca pipas y el joven cronista echó de menos alguna explicación de por qué se retiraba en el acto  tanta enmienda sin debatirla siquiera

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