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Diario YA


 

Lo que el Gobierno nunca cuenta

Valor y generosidad

Carmina García-Valdés
Fundación Red Madre

La decisión de abortar nunca es fácil, muchas veces va acompañada de presiones de todo tipo: de la pareja, de los padres, del trabajo… y la mujer embarazada tiene siempre un gran dilema ante ella.

Este dilema se agrava cuando el embarazo se ha producido tras una violación. Entonces la mujer sufre por partida doble: por el trauma de ser violada y por la consecuencia de un embarazo que no sólo no deseaba, sino que es fruto de un ataque a su integridad física y psicológica.

Lo más fácil es que la mujer decida abortar, porque tanto la legislación actual como su entorno familiar y social se lo recomienda, y hasta la fuerzan a tomar esa decisión que se considera lo mejor para ella.
Pero a veces surgen mujeres que, mostrando una entereza, un valor y una generosidad casi sobre humanas, deciden seguir adelante con ese embarazo.

Es el caso de dos mujeres con las que nos hemos encontrado en la Fundación REDMADRE. Carmen, de nacionalidad peruana y residente en Madrid, fue drogada y violada en una discoteca. Fruto de esa violación quedó embarazada y todas sus amistades le aconsejaban que lo eliminara. Tuvo toda clase de facilidades para abortar, tanto por Servicios Sociales como por la Sanidad Pública. Pero Carmen no lo tenía tan claro, abortar no le parecía la mejor opción. Así es que decidió seguir con su embarazo, pero daría en adopción a ese hijo o hija.

Cuando Carmen nos conoció nunca se había planteado quedarse con lo que naciera, y poco a poco esa idea no le pareció tan horrible. Llegó el momento del parto y, aunque había declarado en el hospital que quería darla en adopción, cuando nació su hija pidió verla. En ese momento Carmen decidió que Mayeli era su hija y nunca se separaría de ella. Ahora madre e hija han vuelto a su país, Mayeli ya tiene un año y es una niña sana y preciosa que ha llenado por completo la vida de su madre.

Diana es una mujer colombiana, que también fue violada. Va a dar a luz en un par de meses porque jamás pensó que abortar fuera una opción válida para ella, a pesar de ser ese embarazo fruto de la violación. Diana piensa dar a su hijo/a en adopción, lo tiene decidido, porque sabe que alguna buena familia española lo cuidará y lo querrá tanto como si fuera suyo.

El ejemplo de estas dos mujeres, de cómo encauzaron su sufrimiento por ser violadas en algo tan positivo, también para ellas, como seguir adelante con su embarazo y pensar en la adopción, demuestra que son mujeres con un gran valor y una generosidad incalculables.

Son la prueba de que, cuando la mujer tiene el apoyo necesario ante un embarazo imprevisto, incluso tras una violación, puede tomar la decisión de la que jamás se arrepentirán: dar a luz a ese hijo. Si Diana finalmente entrega su hijo en adopción sabrá que ha dado vida a un ser humano que vivirá querido y cuidado en una familia también valiente y generosa.