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Diario YA


 

Análisis de los últimos acontecimientos en España

Y ahora, en medio del ruido financiero… los jamones

Miguel Massanet Bosch.  Mucho nos tememos que la belicosa señora presidente de Argentina, la señora Fernández de  Kischner, en su deriva peronista, esté llegando a los límites de lo ridículo en su aparente “venganza” contra España. Si empezó liándose la manta a la cabeza con la súbita nacionalización de IPF, rompiendo con todos sus compromisos con Repsol e infringiendo todas las normas internacionales respecto a las inversiones de empresas en otros países negándose, incluso, a pagar el correspondiente justiprecio por el atropello cometido por su gobierno. Hace unos días ha vuelto a demostrar su animadversión a España multando con 32 millones de euros a la empresa operadora de telefonía Movistar, del grupo español Telefónica. Al parecer el motivo de dicha sanción se pretende justificar en un corte de servicio que tuvo lugar a inicios del pasado mes de abril. 

Si en otras circunstancias de normalidad, no existiese el precedente de IPF y no se rumoreara que este corte, más que un fallo de la compañía suministradora, se pudiera achacar a un acto de sabotaje; puede que pudiéramos considerarlo como algo normal. No obstante, mucho nos tememos que en todas estas “casualidades” haya algo más que un posible fallo de Movistar, que se pudiera considerar como parte de la campaña desatada en Argentina por el Gobierno de la señora Fernández, especialmente dirigida y orquestada por este irascible ministro de Planificación argentino Julio de Vido que, en este desagradable asunto, se ha caracterizado por su desabrido comportamiento y su despotismo negociador. Pero es que la señora Fernández acaba de cometer otro atropello que, en este caso, siento tener que decirlo, a quienes va a perjudicar, más incluso que el corte del suministro de gas que se les ha hecho desde España; será a los propios ciudadanos argentinos que se van a ver privados de poder degustar uno de los bocados más exquisitos de la gastronomía mundial, ¡el jamón de bellota procedente de España! Sí, señores, la señora presidenta ha querido castigar a su pueblo poniéndolo a dieta de jamón serrano. Faltaría ver si esta medida afecta también a los suculentos menús que se sirven en la Casa Rosada.
 
Si, a esta falta de respeto por España, le añadimos la reciente nacionalización ordenada por Evo Morales, en Bolivia, de la Red Eléctrica Española, aunque debamos admitir que de una forma menos traumática y más civilizada, deberemos comenzar a pensar que nuestra nación se ha convertido en la escupidera en la que, cualquier país, se atreve a lanzar su flemas y salivazos con la mayor impunidad. Nunca les podremos “agradecer” bastante, a estos señores que nos estuvieron desgobernando durante más de siete años y que, ahora, a tiro pasado, se rasgan las vestiduras ante los drásticos recortes que debe poner en práctica el señor Rajoy; el evidente estropicio que cometieron con nuestro sistema financiero, la desidia y politización con las que el señor Fernández Ordóñez permitió que las cajas y entidades bancarias hicieran de su capa un sayo y las amargas consecuencias que su forma de dirigir la entidad, han venido ocasionando a la estabilidad y seguridad de toda nuestra política bancaria y de cajas de ahorro.. 
 
Por esto, cuando el señor Rubalcaba, dispuesto a no cejar en su campaña de acoso y derribo al gobierno del PP, ha emprendido su particular cruzada por el caso de Bankia, criticando la gestión del nuevo gobierno, se ha callado intencionadamente, sin embargo, quizá debido a un lapsus de memoria, la gran responsabilidad que le cabe al señor Gobernador del Banco de España,  señor J.A. Fernández Ordóñez, en todo este espinoso tema de las Cajas de Ahorro y el caso Bankia, particularmente, de cuyas dificultades y de las de las otras entidades de ahorro ya se le vino advirtiendo, incluso mediante informes escritos de la inspección, respecto a la dudosa legalidad de algunas operaciones gestionadas por las entidades de ahorro, que nada tenían que ver con su labor filantrópica. Estos informes y las mismas advertencias de la inspección del Banco de España, no hicieron mella en el socialista señor Fernández Ordóñez que, al parecer, decidió dejarlos olivados en algún cajón de su despacho, sin hacer caso de ellos. El señor secretario general del PSOE, debiera de aminorar su furor, reflexionar sobre los antecedentes del caso y, antes de cargar con los actuales gobernantes, aplicarse a él y a sus correligionarios, la parte de responsabilidad que les cabe por la deficiente función de vigilancia y comprobación llevada a cabo por el Banco de España, máximo organismo financiero de control del sistema financiero y  bancario español. 
 
El señor Fernández Ordóñez es evidente que, hace tiempo, debiera haber puesto coto a las, más que dudosas, prácticas inversionistas y crediticias de las Cajas de Ahorros, llevadas a cabo durante los años de expansión de la construcción en España,  incluidos los primeros años del gobierno socialista; evitando los abusos, las operaciones de alto riesgo y especulativas llevadas a término por unos organismos cuya función principal consistía en dar pequeños préstamos e hipotecas a personas de bajo nivel económico, con la obligación de destinar una parte importante de sus beneficios, a fines sociales y altruistas, dentro de un ámbito local o regional. Los problemas de la crisis inmobiliaria, que hoy han hecho que, una gran parte de estas entidades financieras hayan tenido que desaparecer o fusionarse, se derivan del hecho innegable de que, muchas Cajas de Ahorro, llevadas por su afán de enriquecerse e impulsadas, en muchas ocasiones, por los políticos y representantes sindicales de sus órganos de gobierno, se salieran de su verdaderos objetivos, para entrar de lleno en el terreno especulativo en clara competencia con los bancos e, incluso, con la banca de negocios..
 
Lo verdaderamente grave de nuestro sistema financiero y de nuestras autonomías es que se han convertido en la más grave preocupación para España y, lo que todavía es peor, nos está lastrando de forma determinante en nuestras relaciones internacionales y en la confianza que generamos en nuestros habituales inversores. Los bandazos de la bolsa, los vaivenes de nuestra prima de riesgo, y la volatilidad que, en general, viene afectando a casi todos nuestros valores bursátiles; se lo debemos a la falta de confianza en nuestras entidades financieras, una gran parte de ellas con balances poco creíbles debido a la valoración ficticia que se les atribuye, en ellos, a sus activos inmobiliarios. Es la propia UE la que nos viene reclamando auditorías banco a banco porque no se fían, y eso debería ser lo que le preocupara al PSOE y al mismo señor Rubalcaba, de las informaciones que les ha proporcionado nuestro Banco de España, dirigido por el señor Fernández Ordóñez. Y resulta poco menos que increíble que, en nuestro país, incluso en el sector de las derechas, algunos periodistas se permitan criticar al señor Rajoy achacándole improvisación en las medidas que se ve obligado a tomar. Parecen no darse cuenta de que, la situación con la que se ha encontrado el nuevo Gobierno, no permite sentarse tranquilamente a reflexionar y esperarse meses s tomar decisiones, sino que le obliga a enfrentarse, diariamente, a las embestidas de los mercados en la bolsas; a atender a las necesidades de liquidez por medio de la emisión de deuda pública y a vigilar, de cerca, a nuestras autonomías para intentar que se ajusten estrictamente a sus presupuestos y no se conviertan en un elemento negativo más, que contribuya a generar la desconfianza de nuestros inversores. Esta es, señores, a mi juicio, la inestable situación a la que tenemos que enfrentarnos los españoles.

 

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