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Diario YA


 

De los antisistema, los guiñoles y la corrupción de los niños

José María Carrera. La patética deriva en el gobierno municipal de Carmena, deja un tufillo que hace pensar que la deriva no es tal, sino que parece haber una intención clara en los aparentes desvaríos.

El terrible episodio de los titiriteros en el guiñol infantil organizado por el consistorio madrileño con motivo del carnaval, y con él ya sabido apuñalamiento y violación de una monja, el ahorcamiento de un juez, frente a un público infantil, y que según Ada Colao y los de Ahora Madrid es sátira política, no es más que la perseverancia en el método Gramsci, que tan buen resultado está dando a sus seguidores en España en las últimas décadas. Y la verdad es que el escándalo se agudiza ante el espectáculo de la reacción en defensa de estos sujetos y la excarcelación con manifestaciones y algarabías que muestran un apoyo inequívoco de aquellos que ya tienen mando en plaza y que por tanto se alinean con el espectáculo ofrecido, cuanto menos, en feroz defensa de su exhibición.

Encontramos un precedente inmediato que tiene relación, como es la cabalgata de ¿Reyes? absolutamente paganizada y desprovista de su auténtico significado, la de celebración de la catolicidad de la Iglesia en la fiesta de la Epifanía y la adoración de los reyes al niño Dios hecho hombre. Y no es casual la ridiculazación en la vestimenta y caracteres de los Reyes Magos, en los que quedaban reducidos a patéticos duendecillos desubicados.

Debo comentar, que esto no es de ahora y que, tras toda una vida sin perderme una cabalgata, primero como hijo, luego como padre, hace 5 años decidí no volver, para preservar la inocencia e ilusión de mis hijos pequeños del atentado al sentido del desfile que perpetró el antiguo regidor Alberto Ruiz Gallardón así como su sucesora Ana Botella.

Por que el aquelarre podemita de Carmena es el ultimo peldaño de una escalera que levantaron los alcaldes peperos ansiosos por ocultar la preciosa tradición y el significado de la Epifanía. Dios, reyes, salvación, catolicidad de la Iglesia, niños alegres y expectantes celebrando todo ello...demasiado escándalo para la laicidad que todos ellos, podemitas y peperos, jacobinos y girondinos, defienden.

Ambos revolucionarios, ambos de acuerdo en borrar del mapa la Verdad, ambos siguiendo al pie de la letra la estrategia Gramsciana de someter a las personas a sus intereses generales mediante el control educativo cuando son niños.

Ese control se realiza, primero desarticulando a la familia, auténtica atalaya en cuyo interior y bajo una infranqueable muralla de amor verdadero, se protege al niño y se le educa.

A continuación con leyes educativas que, de uno y otro lado han mostrado su ineficacia en los respectivos informes PISA, destinadas a evitar que el niño piense y que el niño se esfuerce, anulando así los elementos espirituales de la persona, bajo la excusa de que no se fruste, y poniendo a la diversión y el entretenimiento como fines educativos, no como medios.

Y por último, y para que no quede ni un solo cabo suelto, mediante un férreo control de la educación no formal, basada en todos los mensajes que los pequeños reciben mediante las revistas infantiles, los vídeo juegos, la publicidad y sobre todo la televisión....y sin olvidarnos de los guiñoles de Carmena.

De este modo en pocos años tenemos al ciudadano perfecto, ignorante, hedonista, y esclavo en la mejor jaula jamás ideada, sin barrotes y en la cual el preso está convencido de que nunca hombre alguno gozó de tanta libertad como el. El, cuyo pensamiento, rutinas cotidianas e incluso su voto están absolutamente dirigidos.

El inmundo teatrillo carnavalero, muy al estilo de los tiempos actuales feo, sin gracia, grotesco y con increíbles dosis de mal gusto, corruptor de menores y mayores, y todo lo que queramos añadir, no es antisistema, como nos quieren hacer pensar. Es el paroxismo del mismo. Y mientras la izquierda avanza, la derecha consolida lo avanzado por la izquierda. Como ha sido toda la vida.

¿Qué quieren ejemplos? Aquella derecha burguesa que brazo en alto gritaba arriba España, asumió sin rechistar el sistema autonómico que ha servido para quebrantar su unidad. Aquella España que se declaraba católica, asumió y consolidó el divorcio, terrible drama que a supuesto una auténtica plaga para las familias y por ende a la sociedad entera. Aquella España que disfrutó de los beneficios de la justicia social, con trabajo estable, retribuciones suficientes, derechos laborales, sistema de salud viable y envidiable, pensión garantizada... ha arruinado los esfuerzos de sus padres. Aquella España que se crió al calor de una familia numerosa ahora mira hacia otro lado mientras se abortan miles de niños al mes, abortando con ellos, el futuro y colocando a España a las puertas de un invierno demográfico al que muchos no sobrevivirán.

Porque aquí el antisistema real es aquel que sabe que solo la Verdad hace libre al hombre y que por tanto, su reconocimiento debe ser la base del ordenamiento jurídico y su búsqueda, principal motor de la acción humana y colectiva de cualquier sociedad sana.

Aquí el antisistema es aquel que identifica esa Verdad absoluta con una Persona, Cristo, y no con la soberanía nacional.

Aquí el antisistema es aquel que se atreve recordar a los cuatro vientos, que esta realidad es la que asumieron nuestros antepasados como misión colectiva y que las generaciones sucesivas continuaron con éxito, definiendo de manera inexorable, y en innumerables ocasiones, heroica, lo que nuestra Patria, España, es.

Por eso, si se fijan bien, siendo muchos los que así lo sienten, es muy difícil que surga una voz en la política que defienda esto. El sistema lo impide y se defiende.

Porque Carmena, sus camaradas, amigos del 15 M, de las periferias de la izquierda vasca, titiriteros y demás no son antisistema. No son más que la cara B del mismo.

Pues de aquellos polvos, estos lodos. Nadie se queje entonces.

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