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Diario YA


 

“Los dos mayores errores de una estrategia son: actuar antes de tiempo y dejar que la oportunidad pase de largo” Paulo Coelho.

El PP se vacuna ante unas posibles elecciones

Miguel Massanet Bosch. Algo ha estallado y lo ha hecho en un momento clave en el que se corría el peligro de que el tiempo transcurriese en balde, sin que cada parte hubiera movido pieza y luego, como ocurre en las partidas de ajedrez con tiempo limitado, el resto de movimientos se han de realizar con premuras de tiempo que, en la mayoría de casos, suponen cometer errores que pueden llevar a la pérdida de la partida. Y, en este caso, la cadena se ha roto por el eslabón más débil, aquel que tenía todas las posibilidades de ceder si se tiene en cuenta que, Ciudadanos, llevaba dos votaciones cediendo puestos y con la perspectiva de que, en unas futuras elecciones, dejase de convertirse en un partido a tener en cuenta por los vencedores para pasar a integrar el conglomerado de pequeñas formaciones políticas que, raramente, pueden influir, al menos de una forma determinante, en la formación de un gobierno nacional.

El partido de Albert Ribera ha abierto la brecha que el señor Rajoy, con su flema habitual, había estado esperando desde que el 20D de 2015, su partido, el PP, ganó las elecciones, pero sin posibilidad alguna de gobernar el país. Primero tomó fuerza un conglomerado de las izquierdas que no llegó a cuajar, por una serie de circunstancias que ahora no vienen al caso; luego, después del 26J, aunque la situación del PP mejoró sensiblemente, no obstante, las matemáticas volvían a poner en cuarenta que se consiguiese la investidura de Rajoy, mientras los dos partidos que podríamos calificar de constitucionalistas, se negaban frontalmente a apoyarlo para que pudiera gobernar. Sin embargo, la presión de los ciudadanos, a partir de esta segunda votación, se ha ido haciendo cada vez más agobiante, debido al cansancio del pueblo ante la incapacidad de los partidos de llegar a un acuerdo para sacar a España de una situación que llevaba visos de haber quedado encallada.

Rajoy ha sabido jugar con los tiempos, con la negativa de sus opositores y con la situación de bloqueo que, la carencia de un gobierno, ha venido provocando, cada vez con más intensidad, respecto a la toma de decisiones importantes, la ejecución de tareas inaplazables, como han sido los retrasos en la aprobación de los PGE y, en consecuencia, de la fijación del tope de gastos para las distintas autonomías, un trabajo que, como es sabido, ha de estar en posesión de las autoridades de la CE antes del quince del próximo mes de Octubre. Incluso me atrevería a decir que, en su estrategia, entra el situar a su partido ante la eventualidad de unos terceros comicios, algo que no se puede descartar, en una situación ventajosa ya que, el hecho evidente de que se ha mostrado, en todo momento dispuesto a negociar con el resto de partidos influyentes (evidentemente, nunca con Podemos y con los secesionistas catalanes) como son el PSOE y C’s, sin descartar al PNV o a CC; ofrecimiento que hasta el día de hoy había sido rechazado, tercamente, por ambos partidos, que se mostraban irreductibles ante la mera posibilidad de que pudiera reproducir un gobierno de España gobernado, de nuevo, por el señor Mariano Rajoy; ha situado al PP como el partido dispuesto a ceder y negociar y al resto como partidos preocupados por sus problemas, insensibles a las urgentes necesidades del país y pendientes de los intereses personales de sus respectivos líderes. La oferta a Rajoy del líder de Podemos, señor Rivera, aunque acompañada de una serie de condiciones, 6 si no estamos equivocados, ha abierto, sin duda, la posibilidad de que se inicien unas negociaciones bilaterales que tienen todas las posibilidades, dando por supuesto que las condiciones iniciales ( muchas de ellas requieren un lago periodo de gestación y, en algún caso, incluso la reforma constitucional) se cumplieran y teniendo en cuenta que, en las sucesivas ofertas del PP, ya se aceptaban puntos que, previamente, habían sido convenidos en el acuerdo firmado por el PSOE y Ciudadanos en la anterior legislatura, no parece que hubiera grandes dificultades a llegar a compromisos, seguramente muy mejorados, respecto a aquellos que se establecieron entonces. Es obvio que no será un camino de rosas pero, al menos, puede casi adelantarse que llegaría un momento en el que se pudieran llegar a acuerdos de investidura, con suerte de respaldos al gobierno en algunas materias trascendentales y, en el mejor de los casos, por supuesto lo más deseable, del establecimiento de un gobierno de coalición en el participaran, como ministros, miembros de ambos partidos.

Es obvio que los 169 escaños que estarían representados en cualquiera de los casos citados, no constituyen una mayoría suficiente ni evitarían que, en el Parlamento (en el Senado es evidente que esta alianza no tendría problema alguno, algo que limitaría mucho las posibilidades de la oposición de conseguir introducir sus propuestas y, evidentemente, ninguna que supusiera un cambio constitucional) si las izquierdas optaran por obstaculizar la acción gubernamental. Y este es el punto que, para mí, le da más valor a esta nueva situación en la que la posibilidad de un entendimiento PP-Ciudadanos, con 169 escaños a 7 de la mayoría absoluta ya tendría un peso determinante sobre el PSOE y, todavía mayor sobre el pueblo español, ansioso de salir de este impasse para intentar recobrar la normalidad y seguir en el empeño de conseguir mantener la situación económica en ascenso y la progresiva integración de los desempleados en los nuevos puestos que, cada día, se están creando de nuevo. Naturalmente que, el PSOE, sigue manteniendo en sus manos la oportunidad de vetar un gobierno del PP e incluso, las posibilidades aritméticas le permitirían, con apoyo de nacionalistas y Podemos, intentar crear un gobierno de izquierdas, una situación que, seguramente representaría su propio harakiri como partido, ya que, aliarse con Podemos, aún en las mejores condiciones, sería la firma de su propia autodestrucción como partido.

En realidad, significaría que el señor Sánchez, además de los problemas que una posición tan extrema le crearía entre los barones de su partido, el quedar aislado de los partidos constitucionalistas y, el verse obligado a cargar con el San Benito de ser el garbanzo negro que, pudiendo contribuir a que un gobierno estable y bien considerado en Europa se formara en España, por una tozudez inexplicable, por simples ambiciones personales o conveniencias de partido, se negara a que se solucionase una situación que, aparte de los problemas internos que puede representar para la nación española; nos traería posibles enfrentamientos y multas que se nos impondrían desde la CE, por no haber cumplido con los plazos para presentar los PGE y los topes de gastos lo que, como ya nos avisaron, supondría una sanción de 6.100 millones de euros, una cifra lo suficientemente importante como para evitar tener que abonarla ya que, en esta ocasión, no tendríamos la posibilidad de que, como ha sucedido con la multa por el incumplimiento del déficit público, nos fuera condonada. La lentitud con la que el señor Rajoy maneja los plazos, los retrasos en las fechas de convocar a los miembros de la Ejecutiva Nacional del partido y el fijar la próxima reunión para el próximo miércoles pueden parecer demasiado parsimoniosas pero, con toda seguridad, hay una intención de darle tiempo al PSOE para que recapacite sobre su obsesión por el no y, tome cuenta de lo que le puede representar el quedar como el responsable de la necesidad de convocar unas terceras elecciones, cuando con una simple abstención de unos pocos de sus afiliados parlamentarios sería suficiente.

En todo caso, esta política y estas estrategias, aparte de poner a los socialistas en el disparadero y enfrentarlos a su responsabilidad ante la imposibilidad de formar un gobierno estable sin su colaboración; tenemos la sensación de que, sabiendo que un gobierno en minoría siempre está sujeto a una moción de censura o a que, por parte de la oposición ( en el caso de los partidos de izquierdas que la integran todavía peor) se haga ingobernable la nación por sus obstáculos a aprobar las leyes necesarias; esta postura del PP de intentar conseguir acuerdos, de negociar, de ofrecerse a aceptar cambios en las leyes e, incluso, en algunos casos cambios constitucionales, es evidente que le reportaría una buena cantidad de votos que, en el caso de los partidos opositores que se mostraran tercos en impedir la gobernabilidad del país, es evidente que les iba a costar, como les ha venido ocurriendo hasta ahora, la pérdida de muchos de ellos en el caso, no deseable, de que se tuviera que acudir a otras elecciones.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos que, por fin, aparecen pequeños síntomas de que esta etapa, verdaderamente preocupante, por la que estamos pasando, pudiera entrar en una fase de mejora en la que, la sensatez, la cordura y el amor a España ayudaran a superar los enfrentamientos que nos han traído a un punto en el que corremos el peligro de caer, otra vez, en una situación en la que corriéramos el riesgo de volver a la postura desastrosa de finales del 2011.

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