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Diario YA


 

en el solsticio de las fiestas del barrio del Pilar, tuvimos un perfecto ejemplo de «zapafiesta», pues el pregón tradicional se encargó al Zapata tuitero

Las zapafiestas de la chusMadrí

Laureano Benítez Grande-Caballero ¿Qué es una «zapafiesta»? Se dice así de un festejo popular en el cual se produce un adoctrinamiento salvaje de la concurrencia, a la cual se lava el cerebro despiadadamente con la ideología podemita, usando para ello variadas estrategias, en especial mítines y vomitivas «performances».

El otro día, en el solsticio de las fiestas del barrio del Pilar, tuvimos un perfecto ejemplo de «zapafiesta», pues el pregón tradicional no se encargó a ningún personaje relevante, sino que el mismo Zapata tuitero se encargó de hacerlo, aunque poco tuvo de pregón, ya que no fue sino una homilía contra el PP. En su obsesión por adoctrinar a las masas con su ideología única totalitaria, esta horda ya no respeta ni siquiera el supuesto carácter recreativo de una celebración popular, sometiendo a sus borreguiles auditorios a una lobotomización descarada.

Son numerosos los ejemplos de celebraciones de barrios que han sido alevosamente adulteradas por la propaganda de los antisistema, que convierten una fiesta en un mítin descarnado donde los predicadores de turno escupen sus soflamas programáticas, siempre caracterizadas por una acusada virulencia contra el Partido Popular o los valores tradicionales de la colectividad.

Así, las festividades se convierten en caldo de cultivo para que manipulen las conciencias con la ideología de género, el feminismo radical, la obsesión anticatólica, el animalismo contumaz, el antiespañolismo traidor, el anticapitalismo más apolilladoy, el contumaz bolivarianismo cheguevariano. Lo primero es depurar las festividades de cualquier práctica religiosa, ocultando a Vírgenes y exiliando a Santos Patronos, a pesar de que teóricamente las celebraciones son en su honor. Después, cediendo la organización de los eventos a las turbas de okupas y a la ralea de colectivos antisistema, a los que se da trato de privilegio sin tener que pagar un solo euro por estos favores, mientras que otros colectivos tienen que pasar por caja.

Y, ¿qué se puede esperar de estos colectivos «progres»? Basta ojear las actividades que organizan en sus patios maravillosos para comprobar que son un magnífico exponente del «basurarte», mezcla portentosa de chabacanería, cutrez y macarrismo, donde bajo la excusa de ser «modernos» late una alevosa propaganda del feísmo y de unos contravalores integrados de lleno en la cosmovisión podemita que pretende destruir el sistema de valores en el que se asienta nuestra convivencia. Es así como estos colectivos organizan «performances» de tintes escandalosos, a veces francamente blasfemos, que pretenden provocar a la vez que adoctrinar.

Basta darse una vuelta por el antro de Madrid CentroCentro para darse cuenta de que la horda podemita que malgobierna la capital ha hecho de este centro cultural un akelarre donde con frecuencia se inciensa con azufre pestilente al Señor de las Moscas. Por ejemplo, la actual exposición «Animal Collective» ―y dale con el animalismo―, que podría ser simplemente zarrapastrosa de no ser por la inclusión de imágenes que entran de lleno en la pornografía y el sadomasoquismo. Y es que el hedor de esta obsesión por el sexo de los podemitas llega a Marte ―recuerden el genitarte, los coños insumisos, y otras lindezas por el estilo―. Otras festividades vecinales han sido adulteradas para hacer propaganda del feminismo radical, con el estribillo cansino de la violencia contra las mujeres.

Es verdad que hay que denunciar el maltrato a las mujeres, pero en los auditorios adecuados, en vez de fastidiar el relax de los pobres vecinos amargándoles las fiestas citando graves problemas sociales. En las fiestas de San Antón, la banda podemita aprovechó para hacer apología del animalismo, marginando completamente la figura del santo, su carácter de festividad religiosa.

¿Y qué me dicen de los tiritietarras, cuyos guiñoles igual te violan una monja que te ahorcan un banquero, o gritan aquello de «Gora ALKA-ETA»? El denominador común de estas fiestas lobotomizadoras es el odio al sistema, que igual se concreta en un tiro al blanco contra carteles que muestran fotografías de miembros del PP, que en una gimkana con el lema de «Atrapa al banquero».

Gente avinagrada esta podemita, incapaz de contener su estúpida verborrea cuando ven a un goloso auditorio; gente amargada, enfermizamente obsesionada por adoctrinar a «la gente» ―niños incluidos―; gente incapaz de celebrar una fiesta, de respetar el derecho de la gente a recrearse y relajarse sin que los predicadores de turno les machaquen con sus pestilentes arengas. Así que tenemos en nuestro país otro invento que exportar al mundo: las «zapafiestas».

De seguir así, dentro de poco no nos quedarán «madriles» en ferias y fiestas, sino «mandriles», monos feos y agresivos puño-en-alto vestidos de talibanes, para no levantar sospechas. Pero aún hay más, ya que en Madrid ―al socaire de las «zapafiestas»― hemos patentado una clase especial de gente que será la vanguardia del cambio que la banda radikal quiere dar a nuestro país: la «chusMadrí», cuerpo de élite con el que la chusma podemita pretendía «asaltar los cielos».

Pero la «chusMadrí» no nos llevará allí, porque desde esta desgraciada ciudad no se va ya a las esferas celestiales, sino bastante más abajo, más allá de cloacas y alcantarillas, a ese lugar del que no quiero acordarme. Para eso nació esta «chusMadrí»: eso sí, nos iremos entre mandriles y tamboriles, entre magos merlinescos y coñoinsumisas, con un horrendo «show» de sus «chusmafiestas». Y atentos a la pisada: ya se acerca Jálouin. O sea, más de lo mismo.

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