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Diario YA


 

Alaska y Labruce ofenden a los católicos

Tenemos el legítimo derecho a protestar

Francisco Torres García. Sorprende, relativamente, que la cantante Alaska, icono-musa del universo gay, entre otras cosas, haya aceptado ejercer de modelo junto con su marido, el publicista-representante-cantante Mario Vaquerizo, para la cámara de Bruce Labruce, “artista” icónico para el mundo gay, para una exposición destinada, como gran parte de la “obra” de este mamarracho de la fashion-burguesía que le consagra y le paga, a subvertir los valores morales con una mezcla de obscenidad, pornografía y elementos gore rotulada con el título Obscenity. Carta de presentación de su próxima e infumable película, sólo acta para la estupidez progre-burguesa y el universo gay, amenazantemente titulada como Santo theobscenefashion. Exposición que se podrá ver, aunque incompleta, porque hasta el propio centro considera no exhibibles algunas de las presuntas obras de la misma, en la FreshGallery de Madrid, sita en el elegante barrio de Salamanca y regentada por la conocida travesti Topacio Fresh. Estamos pues ante una combinación de casualidades que no deja de despertar suspicacias.

Nota: el próximo día 17, el partido socialcristiano AES ha convocado una concentración de protesta, a las siete y media de al tarde frente a la galería citada en la calle conde de Aranda nº 5.

La cantante Alaska suele mostrarse en sus habituales apariciones en medios como cándida imagen de la tolerancia y el respeto. Sin embargo, ha aceptado posar para Labruce en una composición que hiere gravemente la sensibilidad de los católicos, dentro de una exposición que busca mostrar la mezcla entre el éxtasis religioso y el sexual a través de santos y monjas en actitudes irreverentes. Así pues Alaska se nos muestra vestida de monja con disfraz del todo a cien, medias de red y amplio escote que descubre para el éxtasis de Mario Vaquerizo ataviado con corona de espinas y en pose que debe retrotraernos a la imagen de la Piedad, en una mala copia de la peor estética de Passolini, o en una posición que recuerda la de un Cristo travestido en la cantante. Pero ya se sabe que Labruce es, para la crítica y los palmeros giliprogres de derechas o de izquierdas, un ángel de la bondad que se presenta como un “artista que obra de buena fe”, como un incomprendido al que censuran y cuyas pretendidas obrasa veces han sido retenidas por la policía en las fronteras o denunciado por los propios laboratorios que revelan sus imágenes.
Ahora esta exposición, avalada por iconos progres como Bimba Bosé o la habitual Rossy de Palma, llega a Madrid superponiéndose a la inauguración de ARCO como muestra de lo que se presenta como opción alternativa y que de no gozar de la protección de la estupidez giliprogre no tendría otro valor que el de la idiotez elevada a grado sumo… ¿pero?
La verdad es que este autor, como tantos otros, como los que han posado, se ha sumado a la “gracieta” del palo al catolicismo tan habitual en este mundillo, practicando el lenguaje violento de la ofensa. Y, desgraciadamente, desde hace años, Madrid, representación de la modernidad iconoclasta española acoge en sus salas, públicas o privadas, con subvención autonómico-municipal o sin ella, estas manifestaciones “pseudoartísticas” dignas herederas del espíritu anticlerical de la progresía española.
No estamos, y esto conviene resaltarlo, ante una manifestación aislada, un tanto extemporánea, sin mayor trascendencia. No se trata de un hecho puntual. Es un peldaño más en esa escalada constante de agresiones a los católicos que unos practican amparándose en criterios pseudoartísticos o pseudointelectuales y otros traducen en la violencia física de la profanación.
Frente a exhibiciones como la comentada sólo queda a los católicos el derecho a protestar, a mostrar públicamente su disidencia con respecto a la agresión. No es censura, es utilizar el derecho legítimo a la autodefensa.

 

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