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Diario YA


 

¿En qué mundo vivimos?

Egoísmo humano

Emilio Durán. Señoras y señores, efectivamente somos egoístas. Es algo habitual e inherente al ser humano. Es la naturaleza del hombre la que le hace ser así. Desde que íbamos en taparrabos y vivíamos en cuevas y habitábamos en un entorno hostil y había que guardar los bienes para que no nos los quitase el vecino. El egoísmo a veces lo hemos disfrazado de instinto de supervivencia. Lo normal es ser egoísta por eso nos sorprenden y admiran tanto los actos desinteresados y humanitarios de algunas personas. Porque lo habitual es que vayamos a lo nuestro sin importarnos una higa lo que suceda a nuestro alrededor. Lo vemos en nuestros sobrinos, hijos, hermanos y padres. Cuando tenemos hijos pequeños nos hartamos de decirles: "Hay que compartir" cuando éste no quiere dejar el juguete de turno a su amigo en el parque. Y eso es extrapolable a cualquier objeto que poseamos. Lo nuestro es único e intransferible y, por supuesto, nuestro e inviolable.

Pero el egoísmo va más allá. No es sólo por un simple juguete infantil, ni más adelante, por el móvil de última o penúltima generación o el coche, no. El egoísmo del niño le lleva a sentirse dichoso si el que fallece es el abuelo del vecino en lugar del propio. Es innegable, es lo habitual, y no sólo del niño, porque, como digo, es algo intrínseco del ser humano. Nos hace menos desdichados el drama ajeno que el propio. Eso es así. Mi hijo, por ejemplo, es más feliz cuando la pelota la pierde otro niño que cuando es la suya la que acaba rebotando entre las flores silvestres del descampado aledaño a su colegio. Nosotros somos más felices cuando los cacos han entrado en casa ajena que en la propia.

Pero el egoísmo se manifiesta también dependiendo de la empatía que tengas con las víctimas del suceso en cuestión. Por ejemplo, si se entera de que ha fallecido tal o cual vecino y no era santo de su devoción, se sentirá invariablemente menos triste que si el finado es alguien que le caía bien. La empatía funciona así, queramos o no. Es muy humano ese sentimiento por el que queremos el bien para los que conocemos, y nos caen bien, aún a costa del mal de los que desconocemos o nos caen mal. Haciendo que el egoísmo no sea algo personal, sino también tribal. Pues es ésta una empatía que nos hace crear tribus, olvidándonos de que lo importante es lo global, es el género humano, son las personas.

El egoísmo humano se manifiesta en los momentos más insospechados y lo asimilamos como algo normal en nuestras vidas. Lo vemos en cualquier ocasión, a nuestro alrededor y ya no nos sorprende. Es algo con lo que convivimos. No nos rechina leer o escuchar, por ejemplo, noticias, como la leída en El País en estas semanas, que dice algo así: "El gobierno italiano ha decidido detener a las pateras llenas de inmigrantes subsaharianos frente a las costas de Libia" Nos dirán desde el gobierno italiano que es una medida encaminada para intentar evitar las muertes de inmigrantes en el Mediterráneo. Quizá en este caso, me dirán, no sea tanto por egoísmo como por mantener la conciencia del pueblo italiano indemne frente al drama de los ahogados en el mar. Pero ¿qué es sino egoísmo el intento de tener la conciencia tranquila a costa del de al lado?

Tampoco nos sorprenderá que, cada vez que ocurre una desgracia, el locutor de turno le pregunte a los periodistas o testigos desplazados a la zona donde sucedieron los hechos: ¿Cuántos españoles hay en la zona? Y, tras la respuesta del entrevistado, ocupar la mayor parte del telediario en diseccionar el mapa del lugar del siniestro indicando en qué sitio hay españoles y dónde no los hay, así como el estado en que se encuentran. Esto lo hemos podido ver en los telediarios españoles tras el horrible terremoto de Nepal. ¿Han muerto más de cuatro mil personas y nos preocupa su nacionalidad, a qué Dios rezaban, a quién votaban y con quién se acostaban las víctimas? ¿En qué mundo vivimos? ¿Qué es sino egoísmo el regocijo por el superviviente de nuestra tribu en detrimento del llanto ajeno, de los miles de llantos ajenos? Si en lugar de preguntar cuántos españoles hay la pregunta fuese cuántos son del Madrid, cuántos del Atlético, cuántos del Barcelona... ¿nos parecería igual de bien?

Seamos serios. La desgracia, cuando es de tal magnitud como la sucedida en Nepal, es universal. No olvidemos que ha segado la vida de más de cuatro mil personas, que se dice pronto, ¿y nos preocupa de dónde son? Son personas, eso es lo que importa. Son seres humanos, eso es lo fundamental. Han muerto cuatro mil. Sean de donde sean; recen a quien recen; se acuesten con quien se acuesten; voten a quien voten y hayan sido del equipo que fuese; por encima de todo son personas. De modo que intentemos no ser egoístas y, en lugar de crear nuestra tribu, intentemos sentir que formamos parte del género humano, así en global. Así, seguro, nos irá mejor. Pero mucho me temo que esto no lo verán mis ojos. Al menos no por ahora. Lamentablemente. Porque somos egoístas.
 

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